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Según un estudio, los huracanes con nombre femenino causan más muertes porque la gente los respeta menos

Por: Jimena O. - 06/04/2014

Según un estudio de la Universidad de Illinois y la Universidad Estatal de Arizona, la gente no toma a los huracanes tan en serio cuando tienen nombre de mujer y, consecuentemente, aquéllos se vuelven más mortales.

 hurracane

Historicamente, el poder de las tormentas ha fascinado al hombre. El temor que inspiran, su furia, la destrucción, parecen todos signos de una brutal presencia divina. Aún en la soledad de nuestro ateísmo, el retumbar de un relámpago trae inevitablemente a nuestra mente la imagen de un dios enfurecido. Zeus, Thor, Seth, Tláloc, son todas presencias masculinas. Por alguna razón, pocas culturas han asociado el poder devastador de los huracanes a un humor femenino (como Oya, la diosa yoruba de las tempestades).

Según un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences y reseñado en The Washington Post, históricamente las tormentas con nombres femeninos han matado más personas porque la gente no las considera tan riesgosas ni toma las mismas precauciones que cuando tienen nombres masculinos. 

Investigadores de la Universidad de Illinois y la Universidad Estatal de Arizona han examinado seis décadas de huracanes de acuerdo al género con que se nombran. De los 47 huracanes más destructivos, los huracanes femeninos causaron en promedio 45 muertes, en comparación con las 23 muertes que provocaron en promedio aquellos con nombres masculinos

Sharon Shavitt, co-autora del estudio y profesora de marketing en la Universidad de Illinois, señala que los resultados del estudio hablan de la existencia de un “sexismo implícito” que hace que tomemos decisiones respecto a las tormentas basados en el género de un nombre, sin siquiera darnos cuenta.

Para probar la tesis de que el género de los nombres de los huracanes afecta la forma en que las personas reaccionan a su peligro, los investigadores realizaron seis experimentos en los que presentaron una serie de preguntas a grupos de entre 100 y 346 personas. Como se esperaba, el sexismo apareció de nuevo. Al responder uno de los ejercicios, los sujetos predijeron que el impacto de los huracanes masculinos sería más fuerte, y en otro, cuando se preguntó cómo se prepararían para determinado huracán, las respuestas se inclinaron a tener mayores precauciones con los huracanes masculinos. Al parecer, se asocia a los nombres femeninos con fuerzas menos agresivas, más cálidas que las de los nombres masculinos.

Estragos causados por el huracán Sandy

Estragos causados por el huracán Sandy

Los huracanes son nombrados desde 1950, para hacerlos más asequibles y memorables para las personas. Originalmente sólo se usaban nombres femeninos, pero a partir de 1979 los nombres masculinos entraron al ruedo.

Dadas las implicaciones de este trabajo, los autores del estudio sugieren que la comunidad meteorológica debe reconsiderar los méritos de su método para nombrar a los huracanes. Sin embargo, los investigadores parecen no darse cuenta de que cambiar los nombres sería subestimar su propio estudio. Si se habla del poder de los nombres, entonces debe considerarse que tiene más sentido resguardarse de una furia con nombre (Katrina, por ejemplo) que de algún abstracto código (como "tormenta tropical E547").

Gina Eosco, investigadora de la Universidad de Cornell, hace énfasis en que los nombres de las tormentas son sólo uno de muchos factores no climáticos que los científicos del comportamiento necesitan entender mejor para saber por qué la gente toma determinadas decisiones cuando una peligrosa tormenta aparece en el horizonte. Las ciencias sociales muestran que los índices de evacuación están influenciados también por factores como anteriores experiencias de evacuación, tener niños, tener mascotas, si alguien más te pide que evacues, qué tan segura se cree que es la estructura de una casa, etcétera.

Definitivamente este es un estudio controvertido que ha levantado inmediatamente las críticas de la comunidad meteorológica internacional pero que, sin lugar a dudas, nos hace cuestionarnos la forma en que vemos el mundo al nombrarlo.