*

En lugar de ir hacia la subjetivización de la problemática –que es su apropiación-, la escuela le escapa y lo vuelve asunto de cálculo. Y fracasa.

Cuánto sabe usted de dinero? Veamos. Por favor conteste las siguientes tres preguntas.

1) Suponga que tiene 100 euros en una cuenta de ahorros en su banco y que la tasa de interés que gana en esa cuenta es el 2% al año. ¿Qué monto tendrá en esa cuenta después de 5 años, suponiendo que nunca retira fondos? A) más de 102 euros B) exactamente 102 euros C) menos de 102 euros D) No sé / No contesto.

2) Suponga que la tasa de interés que ganan sus ahorros es el 1% al año y que la tasa anual de inflación es del 2%. Después de un año usted podrá comprar A) más de lo que podría comprar hoy con esos ahorros;B) exactamente lo mismo; C) menos D) No sé / No contesto.

3) Comprar acciones de una sola empresa suele ofrecer rendimientos más seguros que comprar acciones de un fondo que invierte en diferentes empresas. ¿Cree usted que esta afirmación es cierta o falsa? No sé / No contesto.

Las respuestas correctas son 1-A, 2-C y 3-Falsa.

¿Cómo le fue? En Rusia, el 96% de los encuestados no pudo contestar correctamente las tres preguntas. En Estados Unidos, la meca del capitalismo, solo el 30% las respondió todas bien. Quienes mejor respondieron fueron los alemanes (53% contestaron las tres correctamente) y los suizos (50%). Así, aun en los países con los mejores resultados, a la mitad o más de la población no le va bien en este examen. Peor aún, 75% de los italianos, 79% de suecos, 69% de franceses y 73% de los japoneses no supo contestar correctamente las tres preguntas. 

financiera

¿Qué tipo de saber es el que le falta a tantas personas? ¿Qué pasa que fallan tantos en algo que parece tan sencillo y necesario?

Moisés Naim -de quien tomo el dato- nos dice que se trata de un saber “de dinero” (periódico El País; Hablemos de dinero; 3 de mayo de 2014). En estos días, moví este párrafo con algunos colegas y amigos y más de uno lo referenció a la ausencia de un saber matemático básico.

A mi no me convence del todo ni una ni la otra reflexión.

Si nos preguntáramos en qué magnitud ese saber ausente es “significativo” para las personas encuestadas, probablemente los resultados serían equivalentes a las proporciones de error en las respuestas. Quiero decir, que para el 96% de los rusos se trata de un saber significativo, así como para el 70% de los gringos y así va.

¿Surge de ahí la conclusión de que falla el saber porque es significativo? Claro que no. Pero si conviene considerar que hay muchos casos en que un saber significativo (útil, digamos) no se desarrolla.

Creo que el problema es que la escuela (e incluso las universidades) no desarrolla ese tipo de saberes basándose en la significación que tienen para las personas; al contrario, lo vuelven abstracto y desconectado. Lo traducen a saber matemático, digamos. Si en la escuela tuviéramos una materia que se llamara “dinero” (así, provocativamente), estimo que estos resultados mejorarían si en ese contexto nos dedicáramos –también- a trabajar los conceptos aquí colocados. Lo mismo que si tuviéramos una materia que se llamara “amor”, seguro que aprenderíamos más y mejor sobre psicología.

Pero no. La escuela hace lo contrario. En lugar de ir hacia la subjetivización de la problemática –que es su apropiación-, la escuela le escapa y lo vuelve asunto de cálculo. Y fracasa. Aún en Japón, donde pensábamos que no existía el fracaso. Algunos problemas de la escuela son planetarios.

El saber matemático en juego –completamente elemental, además- se desarrolla de manera incidental, de la mano del genuino interés de los alumnos por saber de dinero, de manejar su dinero, de cuidar su dinero, de ganar dinero o cualquiera de esas expresiones que tanto le interesan a la gente hoy día. Es por cuenta del dinero (o de alguna otra problemática vital) que nos interesa el cálculo, y no al revés.

Saquemos una conclusión más general. La escuela desvitaliza los procesos de desarrollo de conocimiento; les anula lo que los haría autónomos y vigorosos, que es su significación para quien lo está desarrollando. La escuela abstrae, dizque objetiva, seca de toda humedad y entorpece como nadie el proceso de deslizamiento del conocimiento. Lo vuelve áspero y obligatorio. Lo reduce a minorías sobreadaptadas.

Pero más aún. Si el sistema educativo forjara competencias, actitudes de tesón y de búsqueda, incluso deberíamos pensar que quien no adquirió ese conocimiento en la escuela se lo procura después, por cuenta propia, dado lo relevante que éste resulta en su vida personal. Y sin embargo no ocurre. No enseñamos estas cosas ni desarrollamos esas actitudes para buscar estos conocimientos luego. Doble fracaso. Cerrojo.

Me preocupa cuando mis amigos me dicen que el saber fracasado es matemático. Siento que esa respuesta es una parte del problema de la escuela. Lo primero que hacemos es clasificar, antes de asumir. (Es rigurosamente cierto que un niño bien formado en la estructura básica de las matemáticas estará mejor preparado para asumir estos conceptos “de dinero” que otro que no lo esté, pero eso no vuelve al saber matemático.) La escuela no desarrolla bien este conocimiento, ni otros, porque no los encausa. La escuela no sabe lo que quiere decir encausar. La única “causa” que la escuela conoce y reconoce es la obligación, o el deseo de agradar. Y esas no son causas. La escuela desconoce la causa del proyecto personal o colectivo.

Un tercer nivel de análisis a partir de este ejemplo.

¿Qué curioso resulta que nos falten saberes tan básicos de economía y luego sea la economía –justamente- el termómetro decisivo que define nuestras preferencias políticas y muchas de nuestras opiniones sociales? ¿Cómo funciona esa aparente contradicción?

Lo que en esa estructura está faltando es una competencia básica, estructurante, que es la de construir tu conocimiento según tus intereses. Nos interesa la economía y nos dejamos influir por ella para tomar nuestras decisiones, pero no “sabemos” construir nuestro saber, nuestra opinión y nuestra posición respecto a los problemas de la economía. Por lo tanto, nos dejamos influir por meros estereotipos, lugares comunes, opinión pública, influencia. Donde necesitamos construir nuestra posición, la escuela nos enseña a meter un estereotipo. Y así nos desplazamos. La escuela nos “enseñó” a “resolver” así nuestros problemas vitales. La escuela nos formateó para ser fáciles, obvios, light e ignorantes. Y esta encuesta nos lo evidencia, en el mundo entero.

La vida tira del proceso. El sujeto tira del proceso. Y las matemáticas, como la ciencia y la psicología y la filosofía, vienen para asistir ese proceso, causado allá. Ese orden es la clave. Y luego incentivas, desarrollas en los niños su creencia de que pueden y deben construir sus posiciones, empujar sus procesos de construcción de conocimiento, es decir, desenvolverse. Eso debería ser una escuela. Aquí y en la China.

Sin embargo, acabamos colocando nuestro dinero donde “dicen” que es mejor colocarlo; no donde creemos que es mejor colocarlo. Votamos lo que nos “dicen” que es mejor votar… Y así acabamos enamorándonos, incluso.

Twitter del autor: @dobertipablo