Mañana buscaremos definir la escuela nueva.
Recuerdo periódicamente aquella historia del artista del reino que recibe el encargo del señor del reino de crear para él, para su salón principal, la pintura de la mariposa más maravillosa que el mundo pudiera imaginar. El artista acepta el encargo y pide tres años y el dinero suficiente para que su familia viva sin privaciones la vida entera. El señor acepta.
Pasan los tres años y cuando el artista comparece en el palacio lo hace sin su obra. El señor se molesta y exige una respuesta. El artista pide más tiempo (otros cuatro años más) y el dinero suficiente para que cien familias vivan sin privaciones la vida entera. A regañadientes, el señor acepta.
Sucede la misma escena una vez más. Con más tensiones que en la anterior, y con múltiplos de tres para los tiempos y de cien para los dineros, el señor vuelve a aceptar; pero esta vez avisa: la próxima es la obra o la horca. El artista acepta.
Pasan los doce años solicitados y el artista comparece otra vez en el palacio. Viene con las manos vacías, como las veces anteriores. El personal del palacio convoca al verdugo; comienzan los preparativos. Crece la tensión. El señor inquiere al artista acerca de la obra comprometida. El artista hace una pausa, pide un lienzo y de un solo trazo define la mariposa soñada. Sin protocolo y sin explicación, entrega el lienzo comprometido para el señor, recibe la paga y atraviesa para siempre la puerta principal del palacio.
¿Seremos capaces de trazar mañana la escuela definitiva?
El trazo puede llevar minutos, pero la preparación para ese momento inmenso, vidas de vidas. La gestación no está en el trazo final, sino en los miles de miles de trazos preparatorios.
Mañana nos reuniremos a compartir de una vez nuestras visiones de la escuela nueva. Lo haremos bajo la premisa necesaria de que todo es posible y de que tanto el tiempo necesario como los procesos psicológicos y políticos serán transitados con éxito. ¿Cómo es esa escuela, entonces? ¿Qué sucede en ella? ¿Cómo ella se define a sí misma y cómo se representa? ¿Qué resultados debemos esperar de ella? ¿Cómo se desarrolla la escena social nuclear de nuestra nueva escuela? ¿Qué pasa ahí todos los días?
El ejercicio tiene algunos retos complejos.
Sabemos que podemos caer en la cuenta de que no tenemos visiones completas, sino apenas parciales –lo que ya sería una debilidad− e incluso marginales –lo que seria un completo fracaso. Sabemos que podemos no ponernos de acuerdo y que el peso específico de la escuela nueva no caiga como desearíamos sobre la mesa que nos reunirá (seremos quince personas, en Guarujá, procedentes de 5 países, en dos lenguas, con diferentes especialidades y roles en el mundo escolar). Sabemos que corremos el enorme riesgo de no hacer foco; de pasarnos los días discutiendo premisas laterales, principios políticos exageradamente etéreos, fórmulas puntuales para temas puntuales. Sabemos que podemos perder las horas buscando lucimientos personales sin ningún saldo positivo consolidado. Sabemos que podemos confundir lo innovador con pirotecnia y lo nuevo con lo aparentemente nuevo. Sabemos que nos acecha el vicio “intelectual” sin sentido político; quiero decir, sabemos que podríamos caer en perfilar un “juguete” universitario y no la matriz conceptual de una escuela nueva para todo el continente.
El éxito de nuestra labor no está garantizado, pero su fracaso sí lo estaría si no estuviésemos de acuerdo en que “mañana buscaremos definir la escuela nueva”. “Mañana nos expondremos a nuestro propio fracaso”, quiere decir esa máxima también. No hay garantías de que quien busca encuentra, pero sí de que quien no busca jamás encontrará.
Ah, me olvidaba: hemos convenido también que no haremos esfuerzos por justificar el punto de partida, porque ya no hace falta. El punto de partida es que la escuela vigente no funciona más; que está estructuralmente acabada y necesitamos de otra, nueva y diferente.
A ver qué resulta.