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Un proyecto para pintar espectaculares publicitarios, promueve la construcción de peculiares casas, en la parte trasera de estas estructuras, para que los artistas vivan ahí.

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Hay ciudades que prohíben la contaminación visual en las calles. São Paulo, en Brasil, no permite la publicidad en los espacios abiertos, con el argumento de que el espacio público no debe emplearse con fines privados. Se trata de un gran ejemplo para concebir la ciudad como un espacio de propiedad colectiva, y no como un sitio en el cual el poder de las corporaciones, con sus marcas y productos, puede dominar el paisaje.

En México no vivimos esta afortunada realidad, pero algunas marcas han convertido sus publicidades en piezas plásticas realizadas por artistas. Estos últimos crean murales o espectaculares pintados a mano. Un ejemplo es la reciente intervención patrocinada por la marca Scribe, que contrató al arquitecto mexicano Julio Gómez Trevilla para diseñar una casa acoplada en un espectacular. Los artistas viven temporalmente en el espacio, mientras terminan su arte en la parte trasera de su casa: la fachada del anuncio. Hasta ahora, la primer participante en este peculiar experimento es la artista mexicana Cecilia Beaven.

Este ensayo es una espléndida idea, que con suerte podría convertirse en tendencia, ya que los espacios urbanos desaprovechados son innumerables. Un poco de imaginación disminuiría la carestía de vivienda en las urbes. El primer ejemplar de una Casa-Espectacular es producto de un experimento artístico-publicitario, si es que tal cosa puede existir. El resultado es un incentivo para repensar la ciudad, echar la mente a volar y elaborar proyectos creativos que dignifiquen el entorno. ¿A ti qué se te ocurre?

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Imágenes de Gizmac.