En uno de los tantos empeños por encontrar la ciencia de la conciencia, un grupo de científicos puso bajo el escáner cerebral a una mujer que asegura que puede tener experiencias extracorporales a voluntad. La mujer, de 24 años, reportó que comenzó a tener los llamados “viajes astrales” cuando era niña, durante los “tiempos de siesta” de preprimaria. En lugar de dormir, prefería inducirse una suerte de flotación hacía afuera de su cuerpo físico. Hasta muchos años después se dio cuenta que no todas las personas podían hacer lo mismo.
Los científicos Andrea M. Smith y Claude Messier, de la Universidad de Ottawa, apuntaron que ésta es la primera vez que se estudia a una persona que puede tener este tipo de experiencia bajo demanda, y que no sufre de ninguna anomalía cerebral. Para entender mejor lo que estaba sucediendo, condujeron un estudio de resonancia magnética (fMRI) de su cerebro. Encontraron, sorprendentemente, que el acontecimiento involucraba una “fuerte desactivación del córtex visual”, y en lugar de ello, la experiencia “activaba la parte izquierda de varias áreas asociadas con el imaginario quinestésico” como las representaciones mentales del movimiento del cuerpo.
Esta es la primera vez que este tipo de experiencia ha sido analizada y documentada científicamente. La ciencia sabe que las experiencias extracorporales pueden ser inducidas por traumas cerebrales, privación sensorial, experiencias cercanas a la muerte, drogas psicodélicas, deshidratación y estimulación eléctrica del cerebro; pero nunca a voluntad y en el momento que sea.
Los escaneos muestran que la mujer está pasando por lo que describe. Ello, por supuesto, no significa que su “espíritu” esté saliendo de su cuerpo, pero si sugiere que, como Burroughs apuntó, podemos viajar por medio de la conciencia, que, si está bien entrenada, no necesita vehículo. Lo que esta mujer experimenta, quizá sin realmente saberlo, es una suerte de privilegio evolutivo que podría ejercitar para llevar más lejos. No solamente flotar sobre su cuerpo acostado sino salir de la habitación, visitar otros lugares.
Por ahora este tipo de estudios son muy nuevos y muy jóvenes, pero es posible que las experiencias extracorporales lleguen a asimilarse, estudiarse y hasta cierto punto entenderse (siempre hay un surplus que la ciencia no acaba de integrar), como se asimiló el fenómeno de la sinestesia, que hasta mitades del siglo XX era ignorado.