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Las torturas habituales en cárceles de Corea del Norte, dibujadas por uno de sus prisioneros

Sociedad

Por: Luis Alberto Hara - 02/23/2014

El dibujo como herramientra para consignar el horror: un prisionero que pasó 3 años en cárceles y campos de concentración de Corea del Sur retrató su traumática experiencia en estos perturbadores trazos; una especie de retrato hablado de una situación intolerable.

A pesar de que el discurso occidental hegemónico considera la tortura una de las prácticas más intolerables en las que puede incurrir una persona, una institución o un gobierno, lo cierto es que pese a todas las campañas y los esfuerzos dedicados a erradicarlas, ésta persiste en nuestro tiempo, lo mismo en países que, como Estados Unidos, se dicen democráticos y liberales (siendo Guantánamo el reducto donde se confina esa vergüenza que, sin embargo, mantenerla parece ser una forma de enorgullecerse de ello) o en otros que también por razones de discurso se catalogan como dictaduras, regímenes totalitarios a donde no han llegado las supuestas mieles de la democracia.

Este es el caso de Corea del Norte, uno de los últimos vestigios de ese ensayo histórico conocido como “socialismo real”, heredero parcial de la tradición estalinista de ejercer el poder que recientemente se desplegó en toda su potencia con la ejecución de Jang Song Thaek, tío de Kim Jong-Un, acusado de traición por el régimen.

Ahora, la realidad política norcoreana ha vuelto a quedar en evidencia con estos desoladores dibujos realizados por un hombre de 48 años que pasó tres encerrado en prisiones y gulags del país, acusado de deserción por contrabandear piñones en la frontera con Corea del Sur, país al que finalmente escapó y donde pudo hacer pública su experiencia.

Las ilustraciones pueden mirarse como una especie de retrato hablado de los horrores que se sufren en las cárceles de Corea del Norte, en donde según estadísticas de Amnistía Internacional, más de 200 mil personas se encuentran privadas de su libertad.

Por otro lado, el esfuerzo de Kim Kwang-Il resulta admirable en muchos sentidos, tanto por su valentía para denunciar esta deleznable situación como, por otro lado, por su esfuerzo personal para rememorar el sufrimiento padecido y lenta, pacientemente, empuñar el trazo que hiciera irrumpir la escena de dolor y tortura. Un poco como los sobrevivientes de los campos de exterminio nazis (por ejemplo, el italiano Primo Levi en Si esto es un hombre), este norcoreano fue capaz de sobreponerse a ese indecible trauma y convertirlo en motivo de exigencia y reclamo para que eventualmente cese e incluso se castigue a los culpables.

Los dibujos fueron difundidos por la Organización de las Naciones Unidas a través de su Comisión para la Investigación en Derechos Humanos en la República Democrática Popular de Corea, la cual elaboró un copioso reporte sobre “las sistemáticas, abundantes y graves violaciones a los derechos humanos [que] se han cometido y se comenten por instituciones y oficiales” del país. Incluso este panel recomienda, como una de sus conclusiones, llevar a Kim Jong-Un ante la Corte Criminal Internacional del Consejo de Seguridad de la ONU por las atrocidades que, se dice también, son “perturbadoramente similares” a las cometidas por el régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial.