Más allá de moralismos, o de satanizar el uso de una sustancia, parece que relacionar la cocaína con un ícono oscuro, incluso mortuorio, representa una apropiada metáfora. En todo caso, el artista holandés diddo recién presentó una peculiar pieza: se trata de un cráneo humano, a escala real, conformado exclusivamente a partir de cocaína callejera, es decir aquella que un consumidor promedio puede adquirir.
Previo a modelar su pieza, el autor envió su materia prima a un laboratorio para cerciorarse que efectivamente era cocaína. El resultado fue positivo, ya que en su mayoría se trataba de esta sustancia, sólo que, como suele ocurrir, estaba un tanto rebajada con complementos como cafeína, paracetamol, azúcares, y fenacetina. Así, diddo acompañó la pieza con el siguiente poema, que expresa nociones alrededor de la naturaleza humana, de su sociabilidad, su entorno, la razón y el ser interior.
‘once we were animals.
like any other, we lived in an environment of fear and want.
then, we became ‘human’ and aspired to be better.
we learned to control our environment but the fear stayed,
because we never learned to control ourselves.
it is frightening to look at the face of our animal side laid bare
by comfortable excess; the spoils of its aggression.
but what exactly is it about this image that is so confronting?
is it this division in our idea of self?
or is it a realization that though we have mastered the outside world,
we will always remain subservient to our inner selves.’
