Los reptilianos podrían inducirte sueños sexuales para atacarte (y otras formas de nombrar realidades incómodas)
Por: Luis Alberto Hara - 11/12/2013
Por: Luis Alberto Hara - 11/12/2013
Analizando una encuesta nacional sobre las creencias de los estadounidenses sobre las teorías de conspiración, The Atlantic Wire afirmó que poco más de 12 millones de personas en aquel país creen que los reptilianos controlan la política del país. A pesar de que esta cifra representa tan sólo el 4% de la población (y que palidece frente al 51% que cree en la conspiración detrás del asesinato de JFK o el 11% que cree que el gobierno estuvo detrás del 9/11), la historia causó revuelo, por lo que el periodista Philip Bump le dio seguimiento a través de dos testimonios: el de una chica que cree haber sido abducida por reptilianos y la psicóloga de Harvard que ofrece algunas explicaciones al fenómeno.
Las participantes del debate fueron “UFOchick”, una bloguera que cree en los reptilianos, y aunque igualmente se muestra escéptica frente al fenómeno (que vuelve a los adolescentes “obsesivos y paranoicos para acusar a la gente, con muy poca evidencia, de ser reptilianos”), también relata lo que recuerda como una aterradora experiencia directa con ellos:
Esa noche desperté en mi cuerpo energético acostada junto a un Ser reptiliano en una cama con 2 grises [otro tipo de extraterrestre humanoide] sujetándome mentalmente hacia abajo. Me zafé y ataqué, traté de matar a los bastardos con mis propias manos, luego estaba de vuelta en mi cuerpo físico sintiendo que el reptiliano azotaba la cabeza de mi cuerpo energético contra la pared, me reí y lo desafié. De pronto, mi cuerpo energético volvió, estaba completa, separada y triunfante.
La teoría de UFOchick, compartida con millones de internautas, es que “la forma más común en que los reptilianos acceden a los humanos es a través del estado de sueño, apareciendo como parejas románticas/sexuales o a través de drogas o abuso de alcohol que disminuye la vibración energética del cuerpo y permite el acceso”, sin olvidar que estas formas de posesión onírica funcionan como las posesiones demoniacas del pasado, pues no hay que olvidar que “la meta final de los reptilianos es habitar y controlar el cuerpo físico de los humanos para su propio uso.”
Por su parte, la doctora Susan Clancy, especialista en desórdenes postraumáticos y autora de Abducted: How People Come to Believe They Were Kidnapped by Aliens, afirmó que las experiencias de UFOchick no difieren sustancialmente de otras formas de lidiar con verdades incómodas o inconscientes, añadiendo que “en la mayoría de los casos la creencia emerge como explicación para experiencias inusuales o síntomas perturbadores.”
La autora (que también ha trabajado el mito del trauma en casos de abuso infantil en niños y sus secuelas) ejemplificó que los episodios “de ‘tiempo perdido’ al conducir, sangrado de nariz, moretones en el cuerpo, problemas sexuales, soledad, parálisis de sueño y otros problemas del sueño” son ejemplos típicos de eventos a los que las personas añaden un significado que se convierte en creencia por el hecho de que las evidencias físicas están en sus propios cuerpos, y al ignorar su origen, fortalecen una explicación “con la que la gente familiarizada por los guiones culturales ampliamente difundidos de abducciones extraterrestres” afirman sin lugar a dudas que la explicación que dan a su experiencia es real.
La doctora Clancy sugiere también que experiencias como las de Dana forman parte de una especie de compensación religiosa propia del presente, pero sin duda no nueva: “Mucha gente cree en Dios y no hay datos científicos que apoyen esa creencia. Sólo sustituyen ángeles con aliens. Las abducciones podrían ser una experiencia religiosa del siglo XXI.”
Y es que, como en el caso de los estigmatizados en la tradición católica, los abducidos por extraterrestres reptilianos o de otras procedencias afirman su creencia en el hecho de que sus cuerpos son evidencia de que “algo” pasó: de nada sirve tratar de explicar o incluso tratar de hallar explicaciones científicas a fenómenos de conciencia si la persona tiene cicatrices de procedencia inexplicable. En esto Clancy no deja dudas: “Puedes tratar de disuadir a alguien de una creencia. Una vez que tienen recuerdos reales de ella, no puedes. He tratado (gran error:‘púdrete’ es usualmente la respuesta).”
Y aunque la propia doctora Clancy haya tenido un incómodo episodio de parálisis de sueño (“aunque las palabras ‘simple hipo en el ciclo de sueño’ corrían por mi cabeza, al mismo tiempo pensaba, mierda, ellos en realidad existen. Así de fuerte fue la experiencia”), el mayor problema es que los creyentes en las abducciones “DESEAN creer que fueron abducidos por aliens. Es emocionante, sentido como un gran propósito, ser especial, obtener un significado trascendente, etc. Difícil dejar eso a cambio de la ciencia dura, fría y aburrida. ¿Quién quiere aceptar que es vulnerable a la distorsión de la memoria cuando pueden creer que fueron elegidos por seres superiores?”
Llama la atención, sin embargo, el hecho de que los reptoides, reptilianos o “gente lagartija” (lizard people) estén asociados en el imaginario popular (léase Tumblr y las redes sociales) a la cópula política estadounidense. Aunque podamos pensar que el alien, para los estadunidenses, es simplemente el otro, el extranjero que viene a apropiarse de ellos, no deja de ser interesante el hecho de que la gente de aquel país crea que su gobierno está formado por criaturas de una especie completamente diferente a la de ellos. En casos como el de México, nos basta creer que nuestros gobernantes son simplemente estúpidos.