La semana pasada se cumplieron 50 años del asesinato del presidente de los EU, John F. Kennedy. Aunque las circunstancias de su muerte den lugar incluso hoy en día a todo tipo de teorías de conspiración, lo cierto es que el Servicio Secreto y el FBI saben que los asesinatos presidenciales no son inventos del pasado, sino amenazas muy reales. Este sitio, por ejemplo, afirma que se han llevado a cabo 65 intentos de asesinar al presidente Obama desde el 2008.
¿Si alguien tratara de asesinar a Obama, qué método emplearía?, ¿o de quiénes suelen cuidarse más los que integran el círculo de protección presidencial? Al parecer no sería un "tirador solitario", como en el caso de Abraham Lincoln o JFK (sí, sabemos que existen teorías de que no fue un solo tirador), sino mediante algún tipo de artefacto explosivo.
En una entrevista con el sitio Vocativ, el antiguo veterano del Servicio Secreto y capitán de marines, Dan Emmett afirmó que el riesgo de un atentado contra la vida de Obama es latente, pues desde que la guerra en Medio Oriente estalló, irónicamente, "ha producido algunos de los mejores constructores de bombas. Las personas que son nuestros enemigos se han convertido en los más increíbles productores de cualquier tipo de dispositivo explosivo del mundo. En mi perspectiva es esa, por mucho, la mayor amenaza."
Y es que el mundo ha cambiado y la seguridad también; según Emmett, en la era Kennedy se temía a las personas dementes, a los actos solitarios realizados por individuos perturbados, pero en nuestros días, los estadounidenses tienen "tantos enemigos alrededor del mundo que nos odian ideológicamente, que han creado todo un nuevo tipo de amenaza."
Para identificar esas amenazas, dentro del Servicio Secreto se encuentra la división de inteligencia, que sirve básicamente para medir las amenazas contra la vida del presidente que se realizan a través de redes sociales. Si alguien utiliza alguna palabra clave que denote un complot o plan para asesinar al presidente, la división de inteligencia se pone en contacto con las autoridades locales para evaluar lo viable de la amenaza y, en su caso, disolverla. Ésta es también la división que investiga a todos los asistentes a cualquier evento donde participe Obama.
Para contrarrestar un tipo de amenazas de tipo nuclear o bioquímico en contra del presidente se encuentra la división de seguridad técnica, que evalúa riesgos ambientales y estructurales en los lugares donde se presente Obama. El master chef de la marina viaja siempre con Obama para evaluar riesgos en cuanto a lo que se le ofrece de comida al presidente. Sin embargo, el riesgo de envenenamiento es menor comparado con la contundencia que una bomba podría tener.
Según Emmett, el Servicio Secreto y la división de seguridad técnica podrían reducir al mínimo el riesgo de artefactos explosivos plantados con anticipación, pero que la verdadera amenaza consistiría en un acto impredecible (un artefacto explosivo oculto bajo la ropa de una persona, o un ataque suicida). El consultor de seguridad global, Christopher Simovich, además, plantea el lado político de los atentados: "El tiro desde lejos realmente no envía un gran mensaje. Si buscas algo, eso es un evento catastrófico más que un 'asesinato'. Lo que yo esperaría ver es un gran mensaje de miedo e inseguridad a nuestra sociedad americana."
Pero aunque parezca demasiado ficticio para ser cierto (incluso se hizo un episodio al respecto en Homeland), tal vez una amenaza mucho más discreta podría venir de los hackers. El mes pasado trascendió que un hacker desactivó la conexión Wi-Fi del marcapasos de Dick Cheney para tratar de provocarle un ataque cardiaco; Barnaby Jack, uno de los que sabían cómo realizar estas delicadas operaciones a distancia, murió en agosto de este año en circunstancias misteriosas.
Seguramente parte de la labor de ser presidente consiste en confiar que los millones de dólares empleados en seguridad ($11 millones al año solamente para la división antibombas del presidente, por ejemplo) te protejan de la locura y los actos aislados de "individuos perturbados" e impredecibles, al igual que de complots más elaborados.