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¿Cuáles son los colores más frecuentes de tu novela favorita? Un ejercicio de traducción literal y cromática

Arte

Por: Jimena O. - 05/08/2013

En su conferencia sobre la cábala, Borges comienza manifestando su asombro ante el hecho de que un libro pueda considerarse sagrado, recipiente de una sabiduría que obedece a una suerte de plan secreto, ulterior, fraguado más allá de los círculos de este mundo: el libro como un objeto que trasciende dicha naturaleza porque posee un orden en el que nada está dejado al capricho del azar sino, por el contrario, todos los signos tienen algún significado, en sí mismos y conjuntamente, en sus partes y en el todo.

¿Pero esto es exclusivo de los libros sagrados? Según Borges, sí. Según Borges nadie en su sano juicio realizaría una lectura cabalística de, por ejemplo, el Quijote. En contraste, sabemos que un método de adivinación practicado todavía ahora es la bibliomancia, el futuro que se revela en el pasaje aleatorio que se nos ofrece cuando abrimos un libro en una página que, en este contexto, estaba destinada a ser justo esa.

¿Y qué decir del puntillismo, el celo, que muchos escritores aplican en su obra. “Toda la mañana estuve trabajando en uno de mis poemas y quité una coma; en la tarde volví a ponérsela”, escribió Oscar Wilde, mostrando cómo, a fin de cuentas, la combinatoria presente en un libro ―las letras, las palabras, los signos ortográficos, los espacios en blanco― posee un grado notable de intencionalidad que algo la acerca a esa noción de libro sagrado expuesta por Borges.

En un ejercicio lúdico relacionado con esta voluntad de encontrar sentido dentro de lo que desde la superficie parece contingente, el diseñador Jaz Parkinson ideó la serie Colour Signatures, en la cual la portada de un libro refleja el número de veces que en el relato se menciona algún color. Explica Parkinson:

Estas son mis firmas de color, una colección en curso que, básicamente, está hecha de las gráficas de todo el contenido vidual en los libros. Por ejemplo: cuando se dice “camino de losas amarrillas”, “amarillo” obtiene un punto, o si en La carretera se dice “la ceniza oscura lo cubría todo” (no una cita real), esa imagen evoca instantáneamente el gris oscuro, así que gris oscuro se lleva un punto. Entonces estos se trazan y se ordenan en un espectro, así que el resultado es una sopresa hasta que se completa. ¡La carretera me impresionó! Mucho del color es fuego, y cuando ellos encuentran por fin algo de comida, el libro describe “brillantes duraznos jugosos”, lo cual es sumamente visual luego de páginas y páginas de gris

Sin duda un ejercicio interesante que ofrece una perspectiva distinta de un libro y, más que de este, de un relato, de la visualidad de la literatura, las improntas mentales que al leer nos hacen ver lo que, en cierto sentido, no está ahí y aun así se hace presente.

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