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Definiendo el milagro como un evento que tiene 1 probabilidad en 1 millón de suceder, el matemático inglés John Edensor Littlewood publicó a mediados de los 80 una hipótesis según la cual un hecho milagroso debía ocurrir poco más de 1 vez al mes.

milagro

El milagro es, por definición, improbable, pero no imposible (o al menos esa es la esperanza). Tomando esta idea, hubo un matemático a mediados de los 80 que, como si emulara a Gödel o antes a Leibniz en su propósito de demostrar lo intangible por medios tangibles, realizó un cálculo para determinar la probabilidad de ocurrencia de un suceso milagroso, concluyendo que poco más de una vez por mes toda persona debería experimentar por lo menos uno.

El autor de este resultado fue John Edensor Littlewood, matemático británico en 1986 dio a la imprenta el libro A Mathematician's Miscellany, una suerte de divertimento a caballo entre la ciencia y la metafísica, la especulación y la curiosidad y el rigor y en el cual, entre otras inquietudes, daba cabida a esta de la posibilidad del milagro.

Littlewood definió el milagro como un evento que tiene 1 oportunidad en 1 millón de suceder. Asimismo, imaginó personas que estuvieran atentas y de tiempo completo a la ocurrencia de uno de estos: 8 horas, 7días de la semana a la espera de atestiguar un hecho milagroso. Si, al menos hipotéticamente, cada segundo podría ocurrir un milagro, solo tomaría un millón de segundos (o 35 días de 8 horas) toparse con un evento que sucede en 1/1, 000,000.

Proust dice en algún lugar de la Recherche que la Creación sucede todos los días. Emerson sostiene que “el signo invariable de la sabiduría es ver lo milagroso en lo común”. En alguno de los cuentos del padre Brown Chesterton defiende una idea parecida. “La vida es un milagro”, pregona desde su título una de las películas más celebradas de Emir Kusturica. Así que, a fin de cuentas, es posible que Littlewood tenga razón, aunque no de una manera un poco más metafísica y misteriosa que la que él plantea.

“No es lo místico cómo sea el mundo, sino que sea el mundo” –Wittgenstein.

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