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Primera entrega de una serie dedicada a imaginar las posibles exigencias evolutivas que se nos presentarán durante los próximos cien años; la capacidad de predecir podría ser fundamental para el desarrollo de la humanidad en las próximas décadas.

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En las últimas dos décadas, respetando una inercia histórica pero a la vez confirmando la aceleración de la misma, se ha transformado radicalmente el escenario sociocultural y psicomaterial. Esta ‘reprogramación acelerada’ del entorno dibuja nuevos retos, requisitos indispensables para recorrer el camino evolutivo. A lo largo de esta serie de entregas repasaremos ciertas habilidades esenciales que necesitamos para entonarnos con las exigencias de estos tiempos que nos corresponden.

I. Predicción

“Tomorrow never comes until it's too late”

Dj Shadow

Hay quien postula que el fin último de la inteligencia humana es afinar la capacidad de predecir lo que está por acontecer. Más allá de discutir si esto es o no verdadera, lo cierto es que el anticipar sucesos trae consigo múltiples beneficios que, en términos evolutivos, adquieren un carácter fundamental –lo cual bien puede capitalizarse en áreas tan disímiles como la ciencia, los negocios y el simple movimiento corporal, pasando por la salud, la arquitectura  y las relaciones humanas–.

En lo personal creo que la predicción involucra una serie de lúcidas herramientas, entre las cuales podría mencionar la intuición, el análisis referencial de experiencias anteriores, el sentido común y la sensibilidad perceptiva. Por otro lado, si reflexionamos un poco en algunas de nuestras habilidades cotidianas, desde correr hasta llevarnos una taza de té a la boca, podemos notar que estas acciones resultan, a fin de cuentas, de una serie de actos predictivos, armónicamente sintonizados, pero cuya precisión automatizada nos hace desestimarlos como tales.

En términos analíticos la predicción depende, en buena medida, de un apasionante fenómeno: el reconocimiento de patrones. Un patrón podría considerarse como el pulso a partir del cual se dibuja la dirección que adquirirá una cierta tendencia. La detección y monitoreo de patrones es de algún modo nuestro mejor aliado no solo para practicar la futurología, en un sentido teórico, sino para llevar a cabo con mayor éxito la actividad más importante en nuestra vida cotidiana: la toma de decisiones.

Relación entre predicción, decisión e inteligencia

El reconocimiento de patrones implica múltiples habilidades cognitivas que se alían para que elijas una de las infinitas opciones que permanentemente se desdoblan en tu camino. El ejercicio conlleva una relación comparativa entre una ‘nueva’ posibilidad y una referencia –la cual a su vez resulta de una síntesis de todas las experiencias anteriores que es pertinente considerar ante esa determinada circunstancia–.  Debido a lo anterior, entre más afinada esté nuestra capacidad de predecir, mejores decisiones tomaremos, y por lo tanto, alcanzaremos un nivel más selectivo de inteligencia.

Y en este punto no hay que dejar de considerar la famosa fórmula acuñada por Timothy Leary, SMILE, una especie de protocolo evolutivo conformado por tres elementos básicos: migración espacial (Space Migration), incremento de la inteligencia (Increased Inteligence), y extensión de la vida (Life Extension). De acuerdo con Leary, la evolución humana requeriría indispensablemente de estos tres factores, siendo el segundo, el incremento de inteligencia, el único ingrediente explícitamente ligado con el desarrollo de una habilidad determinada.

Detección de tendencias y futurología

En cuanto al otro beneficio tangible de la lectura de patrones, además de la inmediatez y precisión que nos requiere la toma de decisiones en forma cotidiana, se trata de la habilidad para intuir tendencias. Este ejercicio es precisamente el que nos permite prevenir, y entender, las tendencias que habrán de dominar momentáneamente un determinado cause cultural, sin importar que hablemos de fashion, alimentación, inercias artísticas o practicas sexuales. Y sobra decir que al percatarnos del rumbo que adquirirá un cause antes de que se haya consumado, entonces adquirimos la capacidad de diseñar estrategias para montar exitosamente dicha ola.

Predicción y evolución

Independientemente de que la predicción sea o no la misión última de la inteligencia, sería difícil cuestionar que este par al menos sostiene una relación significativa, incluso entrañable. En este sentido, el anticipar se presenta como una esencial herramienta cognitiva que, de ser cultivada, podría traducirse en un avance crucial en el desarrollo evolutivo que la actualidad nos demanda.

Para terminar me gustaría enfatizar en que la habilidad de anticipar no conlleva la extinción del error –por cierto, uno de los fenómenos con mayor potencial didáctico a lo largo de nuestra historia–. Sin embargo, el afinar nuestra inteligencia, ejercitando la predicción, sin duda nos rankea en un mejor escaño no solo en la contienda por sobrevivir, también, y sobretodo, en la posibilidad de vivir mejor.

De acuerdo con lo anterior, tal vez la posibilidad de re-concebirnos colectivamente como potenciales futurólogos, de finalmente hackear el cansino modelo lineal de tiempo,  cultivando niveles inéditos de inteligencia sensibilizada, sea una de las fases indispensables que nos conduzcan al florecimiento de la evolución compartida. Tal vez. 

Twitter del autor: @paradoxeparadis