Ervin Laszlo sobre los campos akásicos y la dinámica evolutiva del universo
Por: Jimena O. - 09/06/2012
Por: Jimena O. - 09/06/2012
Ervin Laszlo es una de las figuras que ha trazado un puente más sólido entre la espiritualidad y la ciencia, desarrollando una teoría integral de sistemas que incorpora antiguas tradiciones místicas con la física cuántica. En Pijama Surf hace un par de años exploramos su teoría de la conciencia cuántica. Según Laszlo:
En la última concepción de la física el universo no está constituido de materia y espacio, está constituido de energía e información. La energía existe en forma de patrones de onda y propagaciones de onda en el vació cuántico que forma el espacio; en sus varias manifestaciones, la energía es el hardware del universo; el software es la información. El universo no es un un ensamble de bits de materia inerte moviéndose pasivamente en el espacio vacío: es un todo coherente y dinámico. La energía que constituye el hardware está siempre totalmente in-formada. Esta in-formado por lo que David Bohm llamaba el orden implicado y los físicos ahora llaman el vacío cuántico o campo de punto-cero (también llamado espacio-tiempo físico, campo universal o nuéter). Esta es la in-formación que estructura el mundo físico, la información que percibimos como las leyes de la naturaleza. Sin la información las ondas de energía y los patrones del universo serían tan aleatorios y desestructurados como el comportamiento de una computadora sin su software. Pero el universo no es aleatorio ni desestructurado; es precisamente in-formado. Si fuera mínimamente menos precisamente informado, los sistemas complejos no habrían surgido, y no estaríamos aquí para preguntarnos como este altamente improbable desarrollo llego a ser.
Notable es la concepción de la materia prima del universo como información, una especie de código fuente del cual se desdobla la realidad material. Lazlo fue entrevistado recientemente por el diario argentino El Clarin. Reproducimos aquí algunos fragmentos:
Lo ha llamado campo akásico.
Hace 5.000 años los sabios hindúes, aparte de los cuatro elementos (aire, fuego, tierra y agua), definieron un quinto que los contiene a todos: akasa , matriz de toda materia y fuerza del universo. Me di cuenta de que esa idea era la que yo intentaba definir como campo psíquico profundo y le cambié el nombre. Hoy muchos científicos trabajan con ella.
¿Tiene bases científicas?
Sí, tengo varios libros publicados que ahondan en ello. El campo akásico crea coherencia entre los distintos campos (electromagnético, gravitatorio, nuclear, cuántico y el de Higgs) y explica los misterios que las diversas ciencias compartimentadas no son capaces de explicar, por ejemplo: no se entendía cómo organismos complejos se transformaban en otra especie, capacidad sin la cual todavía seríamos algas marinas.
Las llaman mutaciones espontáneas.
Fred Hoyle, reconocido cosmólogo y físico inglés, calculó la posibilidad de ese azar: “Equivale a que un huracán entre en un desguace y que su paso deje un avión montado”.
Todo está autoorganizado. Otros científicos y yo creemos que el campo akásico está implicado en la evolución de los universos.
¿Cómo evolucionan los universos?
Nacen unos de otros. Al big bang se le llama ahora el big bounce (el gran rebote). Un universo como el nuestro va expandiéndose hasta que se colapsa y empieza a contraerse hasta una dimensión cuántica, toda la materia del universo acaba en la cabeza de un alfiler, y entonces la fuerza de expansión es tan fuerte que ocurre una explosión que crea nuevos universos.
¿Y vuelta a empezar?
La información que se ha generado en este primer universo es heredada por el segundo, de la misma manera que un cigoto tiene la información de los padres. El campo akásico es holográfico, la información de toda la imagen está en cualquier punto. Todo está conectado y nada desaparece.
Entonces, usted o yo, ¿contenemos toda la información del universo?
En un estado alterado de conciencia podemos acceder a esa información que no está en el cerebro pero que este es capaz de capturar. El gran error del mundo moderno ha sido considerar que todo lo que no se puede oír, tocar o ver es una ilusión. La realidad fundamental no es observable directamente. Por ejemplo: si tiro una lapicera observo cómo opera la gravedad, pero no puedo ver el campo gravitatorio, sólo el efecto. Todas las fuerzas de la naturaleza están en esa dimensión más profunda y sólo observamos los efectos. Yo baso mi teoría en la física cuántica, en las observaciones biofísicas de los seres vivos, en la psicología transpersonal y en la cosmología que estudia los multiversos.