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Los estantes de las librerías en el Reino Unido están atiborrados de novelas de un género que ha emergido del olvido: el erótico.

 

Después del furor de Harry Potter, de los paralizantes thrillers y de la muy bien vendida pero banal saga Crepúsculo, la tendencia comercial se ha inclinado, al menos en el Reino Unido, por la novela erótica.

De acuerdo al sitio The Bookseller, las ventas de relatos de crimen cayeron 20%, mientras otros géneros como la ciencia ficción y las novelas de terror bajaron sus ventas un 25% y 30%, respectivamente. De las 10 publicaciones más vendidas, 8 son de tono erótico. Por ello, las editoriales comienzan a hacer su trabajo basado en una sencilla pero muy efectiva ecuación: buscar en Internet a escritores del género para contactarlos y ofrecerles  la publicación de sus textos a cambio de raquíticas ganancias. La pregunta obligada es: dónde radica el gusto colectivo por un género que ya existía desde hace cientos de siglos y que ahora está siendo descubierto por lectores ajenos a este tipo de relatos.

Todos llevamos un seductor tatuado en nuestra psique, algunos de forma más evidente; otros de forma más oculta. Al momento en que un personaje de una novela erótica centra sus pasiones en una escena, inmediatamente la imaginación del lector comienza a proyectar cientos de imágenes alusivas al texto, estimulando, irremediablemente, su líbido y activando la zona cerebral perteneciente al sexo. Una vez que éste haya leído la última línea del libro, querrá proyectar las escenas en su vida, por lo que la lectura de novelas eróticas también puede resultar un instructivo para una vida sexual más creativa y menos monótona ya que, finalmente, una narración es una realidad que no ha sido materializada. Además, en la actualidad, los tabúes sexuales cada vez son más un cliché que algo oculto o prohibido, por lo que la lectura de una novela de este género se traduce en una rebelión ante el mundo que ya trata a la sexualidad como algo relacionado al ser humano, pero no como algo vital para el descubrimiento de nuestros límites mentales respecto a nuestro lado sexual.

[BBC]