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Si la Singularidad empieza a entregar las promesas del idilio tecnológico las corporaciones podrían ver amenazado su poder económico y la desigualdad que les permite imperar en el planeta: una batalla entre la inteligencia colectiva y la inteligencia individual

Las corporaciones, esas superpersonas abstractas que parecen controlar el mundo, podrían estar deteniendo la evolución del ser humano como futuro superhombre cibernético. Esto es lo que plantea el reconocido transhumanista Ben Goertzel en el sitio Kurzweil AI. Para Goertzel, como para Ray Kurzweil,  la Singularidad, ese hipotético horizonte de eventos en el que el hombre conseguirá una translúcida fusión con las máquinas y obtendrá de la tecnología beneficios como la hiperinteligencia,  (nano)alimentos ilimitados y eventualmente la inmortalidad, es una consecuencia lógica de la aceleración de la información y totalmente deseable.

Goerztel argumenta que a diferencia de las personas las corporaciones tienen metas mucho más claras, particularmente maximizar el valor de las acciones. Y resulta claro que la Singularidad, esa ruptura del traje de carne y hueso hacia el traje de bits y quantums biológicos, no es una buena forma de maximizar el valor de las acciones: abolir el dinero y la escasez no parece ser conveniente para las corporaciones.

Aunque las corporaciones están hechas de seres humanos y debieran hacer lo que estos dicen, Goerztel sostiene que los seres humanos se ven influenciados y obnubilados por la dinámica de sistema al que pertenencen y los principios de autoorganización de las corporaciones ejercen un poderosa influencia en sus decisiones.

Cada ser humano tomando una decisión lo hace dentro del contexto de una corporación -- así que es perfectamente razonable ver estas decisiones corporativas como hechas vía el medio de los humanos, de la misma forma que las decisiones humanas son hechas vía las neuronas. De una forma muy concreta y práctica, tiene sentido pensar que las corporaciones tienen mentes propias.

Goerztel agrega que no es del todo descabellado que se presente el escenario de la novela de Charles Stross, Acelerando, en el que corporaciones superinteligentes se convierten en sistemas autoransformantes que se propulsan al espacio para habitar sistemas informáticos siderales en los que se comunican usando un sofisticado sistema de subastas.

Si la aceleración tecnológica prosigue, es posible que las nociones de dinero e intercambio económico como las conocemos se conviertan en obsoletas; esto podría provocar una especie de batalla en la que las corporaciones busquen implementar una "niñera global de inteligencia artificial", esta sería la versión al final de la historia de Big Brother, una burocracia absoluta e infalible. Así que tal vez en un futuro próximo, sea dentro de este escenario de la Singularidad, o simplemente dentro de la naturaleza humana que busca afirmar la empatía, debamos de enfrentarnos contra el poder de las corporaciones.