*

El colectivo Sweatshoppe, integrado por los artistas Blake Shaw y Bruno Levy, recorrió varias ciudades de Europa "pintando" con luz paredes públicas, una técnica que nos invita a reflexionar sobre la fugacidad del arte y el espacio urbanos.

 

El graffiti es por mucho la manifestación de arte urbano más común en todas las ciudades, sobre todo porque los materiales necesarios para realizarlo son más bien elementales, sin contar, claro, el talento del ejecutante. Un bote de pintura en aerosol, una pared desnuda y una mano hábilmente guiada bastan para destacar un fragmento del espacio público con una especie de rúbrica anónima pero personal y a la vista de todos.

Dando un giro ingenioso a esta consabida técnica, los artistas Blake Shaw y Bruno Levy recorrieron varias ciudades de Europa bajo el nombre conjunto de Sweatshoppe para probar una nueva, hecha de luz y animación: graffitis proyectados sobre paredes que un truco óptico hace parecer pintados por ellos mismos.

Y aunque sin duda más de uno celebrará que un graffiti dure en una pared apenas el tiempo que el proyector esté encendido y funcionado sobre su superficie, quizá lo verdaderamente interesante de este video-painting sea el tratamiento que se le da a la fugacidad del arte citadino.

En este caso, agregando el carácter simbólicamente instantáneo de la luz y la proyección, estos graffitis animados del colectivo Sweatshoppe nos hacen pensar en la volatilidad del espacio público cuando este se convierte no solo en escenario, sino en objeto mismo del arte urbano.

Con información de The Huffington Post