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En Estados Unidos cada vez más mujeres poseen un grado académico superior al de los hombres, tendencia que de mantenerse (y nada parece evitarla) haría que en un futuro próximo las mujeres se encuentren en los puntos clave de la vida pública y social.

Durante buena parte de la historia de la humanidad las mujeres han estado relegadas a un segundo plano, marginadas de las actividades importantes y los sitios de decisión por una sociedad cuya cultura, en cierto momento, dio un viraje brutal hacia la masculinidad y sus características.

En años recientes, sin embargo, y en buena medida gracias a la apertura que suponen las políticas de género aplicadas en diversos países, las mujeres han ganado parte de ese terreno perdido y poco a poco se han insertado en casi todos los ámbitos de la vida pública: en universidades y en empresas, en el mundo político y el artístico, en la medicina, la ingeniería, la ciencia, etc.

Además de mantenerse, esta tendencia podría llevar pronto a que las mujeres sean quienes dominen la economía. Esto porque, al menos en lo que respecta a Estados Unidos, cada vez más mujeres poseen un grado académico superior al de los hombres.

De acuerdo con datos del Centro Nacional de Estadísticas Educativas de la nación norteamericana, las mujeres superan a los hombres en el grado académico de licenciatura desde 1995. Asimismo, a partir del año 2000, hay más mujeres que hombres con grado de maestría. Patrones ambos que se mantienen en todos los grupos étnicos mayoritarios de Estados Unidos: la población blanca, la de origen hispánico y la asiática.

Y si bien este panorama parece favorable al sector femenino (mejor formación académica se traduce casi siempre en mejores salarios), al menos actualmente las condiciones no son del todo equitativas. La analista Hanna Rosinha documentado , por ejemplo, que en la Unión Americana un hombre con nada más que el certificado de la educación preparatoria gana en promedio 32 mil dólares anuales, mientras que una mujer con el mismo grado académico ronda los 25 mil.

Con todo, parece consistente que conforme las mujeres vayan situándose en los puestos clave de la vida laboral y económica, esta situación puede revertirse. Sin olvidar, claro, la responsabilidad tanto del Estado como de la sociedad en general para alcanzar la tan ansiada equidad de género.

[Wired]