Sin duda el color rojo es, si no uno de los más sensuales, sí uno de los más atractivos para la retina humana, cargado de múltiples significados nacidos del contacto secular con las muchas manifestaciones de esta tonalidad.
Y quizá el punto donde se concentra con mayor importancia el color rojo (y acaso también uno de nuestros primeros contactos con este) sea la sangre. De ahí que suene lógico lo que propone el psicólogo Adam Pazda, de la Universidad de Rochester en Nueva York, según el cual los hombres sienten una debilidad especial por las mujeres vestidas de rojo por considerarlas sexualmente dispuestas.
Esto, según Pazda, obedece a que las hembras de los primates, cuando entran en su periodo de fertilidad y sus niveles de estrógeno se elevan, adquieren un brillo rojizo en sus rostros a causa de la apertura de sus vasos sanguíneos. Este rubor natural es una de las señales para los machos de que es momento de aparearse.
En los humanos este vestigio de comportamiento primitivo se tradujo en la atracción por el color rojo en la vestimenta femenina: lo mismo un vestido que una simple playera.
De acuerdo con el psicólogo, los hombres interpretan el color rojo como un signo de que la mujer se encuentra abierta a propuestas sexuales, al menos más que cuando usa prendas de otros colores.
Con todo, esto no quiere decir que la mujer vestida de rojo corresponderá a dichas iniciativas.