¿Quién serías si no fueras quien eres? ¿Hubiera sido posible ser otro distinto al que eres ahora? ¿Qué resistencias venció la vida o la naturaleza o cualquiera que sea la fuerza que terminó por conformarte como persona?
Estas preguntas, propias de cualquiera con un poco de curiosidad en torno a ese indescifrable misterio que llamamos existencia, se pueden responder en parte gracias a un reciente ejercicio de especulación matemática y metafísica llevado a cabo por Ali Binazir, popular autor de libros que combinan ciencia y una peculiar visión de asuntos de corte filosófico como este.
Binazir comienza sus cálculos en un punto elemental y sensato: ¿cuál es la probabilidad de que un hombre y una mujer se conozca? Siguen con la probabilidad de que esta pareja se mantenga una relación el tiempo suficiente como para procrear y termina (provisionalmente) con la probabilidad de que un óvulo case con un esperma.
Este sería un primer momento, decisivo en la existencia. Pero sabemos que para llegar a este punto fue necesario todo un proceso previo ligado a la evolución de la vida, una enorme cadena que Binazir resume en la pregunta por la probabilidad de que todos los ancestros de una persona se hayan reproducido exitosamente. Sí, todos, desde el primer organismo unicelular hasta esos dos Homo sapiens a los que llamas madre y padre. Todos. Teniendo en cuenta además que, en el caso de los homínidos y sus ancestros de reproducción sexual, en todos y cada uno de los casos se tiene contemplar el cálculo anterior de la probabilidad que tienen dos células reproductivas de unirse entre sí.
Con todos estos factores, la cifra final es, sin redobles ni fanfarrias, de 1 en 10 a la 2,685,000 (esto es, el número 10 seguido de 2,685,000 ceros). Para tener una mejor idea de la magnitud de esta cifra, Binazir nos dice que el número de átomos que constituyen la Tierra es de 10 a la 50 y el número de átomos en el universo entero se calcula en 10 a la 80.
«Así que la probabilidad de que existieras es prácticamente cero. Ahora ve y siéntete y actúa como el milagro que eres», escribe Binazir para finalizar, un poco de humor que aligera este cálculo que algo podría tener de inquietante.
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