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El reino vegetal, comúnmente tenido por apacible y tranquilo, cuenta entre sus especímenes con miembros de características sorprendentes, excentricidad funcional que nos hace rendirnos ante los increíbles diseños de la naturaleza.

Las plantas que ves en tu jardín o en el parque público más cercano, los árboles con los que te cruzas de camino a la escuela o al trabajo o mientras vagas ociosamente, quizá no te parezcan demasiado excitantes, por el contrario, quizá veas todo eso como parte del decorado habitual de tu rutina cotidiana. Sin embargo, sabemos bien que aun en la más insignificante brizna del pasto que pisan tu y tu perro cuando salen a pasear pervive una inmensa historia que comienza en los lindes más desconocidos del universo y termina en ese césped aparentemente anodino, siglos y siglos de creación y evolución cósmica y planetaria que vienen a condensarse en la sombra que da un árbol o en el inimitable colorido de alguna flor («¡oh, flor, milagro múltiple!», como escribiera el poeta y cronista mexicano Salvador Novo). Así que no, las plantas no son tan simples como a veces nuestra insensible existencia nos hace creer.

Pero por si esta complejidad no bastara para rendirse ante el imposible pero perfecto diseño de la naturaleza, existen ciertas especies que superan la imaginación del más avezado, diseños verdaderamente inteligentes cuya excentricidad revuelve las acartonadas ideas que podemos tener sobre las plantas.

A continuación 5 de los miembros más singulares del reino vegetal.

 

  • 5: El árbol que es todos los árboles

Diríase que es un pequeño bosque, una centena de árboles hombro con hombro en pacífica comunión. Pero no. Aunque no lo parezca, las imágenes retratan distintas facetas de un solo árbol cuyas ramas se han extendido tanto que generan esta increíble ilusión de colectividad.

El ejemplar se encuentra en Pirangi do Norte, Brasil, y ostenta el título de “o maior cajueiro do mundo” (cajueiro: anacardo, cajú o acajú). Su follaje ocupa entre 7,000 y 8,500 metros cuadrados de superficie y su circunferencia se calcula en 500 metros. En cuanto a su edad, se piensa que fue plantado en 1888, aunque algunos le otorgan únicamente el centenario. Desde entonces, con paciencia y tesón, ha ido esparciendo su ramaje al grado de que ahora es prácticamente imposible identificar el tronco primero.

 

  • 4: La manzana de la muerte

Del Génesis a la Blancanieves de los Hermanos Grimm, pasando por la discordia de la que resultó triunfante Helena de Troya, la manzana tiene en su reputación un lado siniestro, en algunas ocasiones lindante incluso con la muerte. Y si bien las manzanas que comemos a diario son más bien benéficas para nuestro organismo ("an apple a day keeps the doctor away"), por lo menos existe una especie que parece confirmar aquella funesta fama. Se trata de la Hippomane mancinella o “manzanilla de la muerte”, cuyas múltiples características tienen todas en común una sola cosa: el poderoso veneno que circula entre sus conductos y el cual, hasta le fecha, no ha sido identificado en todos sus componentes.

Natural de América y especialmente presente en las regiones cálidas y húmedas desde Florida hasta el Caribe y el Cono Sur, la mancinella es capaz de afectar el cuerpo de una persona de diversas maneras: secreta un líquido lechoso que al más mínimo contacto provoca en la piel el brote de ampollas y otros efectos ligados a una dermatitis severa —incluso si, por ejemplo, intentarás cubrirte de la lluvia bajo su follaje, ni aun la disolución de dicho líquido en el agua de lluvia reduce su efecto irritante; también se asegura que quien queme la madera de este árbol puede quedar ciego si se expone al humo resultante; el último efecto nocivo de esta especie no podría ser otro más que la muerte: si algún día sales al campo y, confiado, decides detenerte un momento para descansar al pie de una mancinella y dormirte plácidamente a su sombra en tanto recuperas fuerzas, ¡cuidado!, puede ser que no despiertes y ya nunca tomes el camino de vuelta (se dice que así murió Juan Ponce de León, el primer español en explorar la Florida, aunque otros aseguran que fue a causa de una herida de flecha envenenada con el líquido de esta “manzanilla de la muerte”).

 

  • 3: El “árbol del suicidio”

Aunque de apariencia apetitosa y agradable a la vista, los frutos del Cerbera odollam son letales si se ingieren. Este árbol nativo de la India y otras zonas sureñas de Asia produce frutos similares a un mango de proporciones reducidas, de cáscara verde y fibrosa que guarda una nuez ovoidea, lo más venenoso de esta planta que se considera entre las más peligrosas del reino vegetal.

Su negro historial incluye una época durante la cual el fruto de este árbol fue utilizado por el gobierno monárquico de Madagascar en una ordalía laica: al acusado de un delito se le obligaba a comer la semilla de la planta para probar si era culpable o inocente de los cargos que se le imputaban, bajo el supuesto pretendidamente salomónico de que alguien inocente no dudaría en someterse a esta prueba. Se calcula que con este procedimiento murió cada año cerca del 2% de la población total de Madagascar hasta 1861, cuando la medida fue suprimida por el entonces rey Radama II.

Al Cerbera odollam también se le ha otorgado el epíteto de “árbol del suicidio”, no por una reminiscencia dantesca, sino porque en la India es común que los suicidas cumplan su cometido gracias a la ponzoñosa semilla de esta especie.

 

  • 2: Pando y su longevidad matusalénica

Al preguntar sobre los seres vivos más viejos del planeta, quizá muchos pensarán en las tortugas, ciertos reptiles o incluso algunos animales marinos. Sin embargo, parece ser que ninguno de ellos se aproxima a un árbol cuya antigüedad se estima nada menos que en 100,000 años.

A primera vista pareciera que nos enfrentamos a un tupido bosque extrañamente compuesto de una sola especie arbórea. Pero, un poco como en el caso del cajueiro, se trata de un solo ejemplar que además de extender sus raíces a lo largo y ancho de 43 hectáreas, como casi cualquier otro árbol (excepto por el área cubierta), desarrolló la ominosa habilidad de clonarse a sí mismo “Genéticamente Pando es un enorme clon de más de 40 hectáreas y probablemente de más de 400,000 individuos”, dice Karen Mock, genetista en la Utah State University.

El árbol, de la especie Populus tremuloides (¿”el tremor del pueblo”?), recibió el nombre de “Pando”, que en latín significa “Yo me extiendo” o “Yo me expando”. Su colonia de clones se asienta al sur de Utah, en Estados Unidos, cerca del Fish Lake.

 

  • 1: Una planta verdaderamente carnívora

La Nepenthes attenboroughii (nombrada así en honor del célebre presentador de la BBC David Attenborough), no es una planta cualquiera, es una planta carnívora. Y aun entre las carnívoras destaca por su voracidad sin par, ya que si bien su dieta se compone, como otras de su tipo, por ínfimos e insípidos insectos, la attenboroughii tiene una peculiar debilidad por animales de mayor tamaño, en especial pájaros y ratas, con los que satisface su hambre y engalana su menú cotidiano.

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