Después de más de una hora de vanos intentos por revivir a un hombre de Minnesota y a unos cuanto minutos de que los doctores en la sala de emergencias lo declararan muerto, Howard Snitzer prácticamente resucitó. El corazón de Snitzer dejó de latir por 96 minutos, no obstante, los paramédicos que comenzaron la administración de RCP (reanimación cardiopulmonar) no se dieron por vencidos y gracias a la tecnología lograron que el corazón de este hombre volviera a latir.
Lo que ocurrió en esta sala de emergencias no fue un milagro, fue simplemente la consecuencia del buen uso de una tecnología llamada capnografía. La capnografía es un máquina que permite la medición de la cantidad de dióxido de carbono exhalado por un individuo en cada respiro. Esta tecnología —que no es nueva, ya que ha sido utilizada por los anestesistas en las salas de operaciones— permite evaluar si la RCP está funcionando, esto es, si las compresiones en el pecho están llevando sangre y oxígeno a los pulmones y los principales órganos, sobre todo en órganos vitales como el corazón y el cerebro.
Por años la única forma de saber si la RCP estaba dando resultados era tomar el pulso o bien observar si las pupilas estaban dilatadas. Lo cual en realidad es bastante primitivo, no muy lejano al uso de espejos o agujas para ver si una persona había muerto.
El uso de esta tecnología se ha establecido dentro de los nuevos parámetros en el tratamiento de los ataques al corazón por la American Heart Association.
(NPR)