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Líderes del Mundo: La guerra contra las drogas ha fracasado

Por: Gabriel Soma - 06/08/2011

La Comisión Global de Política de Drogas acusa a la ONU y a EU de sustentar una política de drogas incoherente y fallida.

Como muestra de que no todos los círculos de poder están de acuerdo con las estrategias adoptadas hasta el momento frente al problema de las drogas, este jueves 2 de junio el Secretario General de las Naciones Unidas recibió el primer informe de la Comisión Global de Políticas de Drogas, redactado por 19 líderes políticos, financieros e intelectuales del mundo que han decidido concentrar sus esfuerzos en demostrar que la actual política de drogas es objetivamente fallida y que es posible elaborar nuevas y más efectivas estrategias para resolver los conflictos generados por estas sustancias.

La Comisión Global de Políticas de Drogas está conformada por Asma Jahangir, activista Pakistaní por los derechos humanos; Carlos Fuentes, escritor e intelectual mexicano; César Gaviria, ex Presidente de Colombia; Ernesto Zedillo, ex Presidente de México; Fernando Henrique Cardoso, ex Presidente de Brasil; George Papandreou, Primer Ministro de Grecia; George P. Shultz, ex Secretario de Estado de los Estados Unidos de América (presidente honorario de la Comisión); Javier Solana (España), ex Alto Representante de la Unión Europea para Política Exterior y Seguridad Común;  John Whitehead, banquero estadounidense, presidente de la Fundación World Trade Center Memorial; Kofi Annan (Ghana), ex Secretario General de las Naciones Unidas; Louise Arbour, de nacionalidad canadiense, ex Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos; Maria Cattaui, suiza, ex Secretaria General de la Cámara de Comercio Internacional; Mario Vargas Llosa, escritor e intelectual peruano; Marion Caspers-Merk, ex Secretaria de Estado en el Ministerio Federal de Salud de Alemania; Michel Kazatchkine (Francia), director ejecutivo del Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria; Paul Volcker, ex Presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos; Richard Branson, empresario británico, defensor de causas sociales; Ruth Dreifuss, ex Presidente de Suiza y Ministra de Asuntos Internos; Thorvald Stoltenberg, ex Ministro de Defensa y de Asuntos Exteriores del gobierno noruego y Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.

El documento comienza con un párrafo crucial en donde se diagnostica: “La guerra global a las drogas ha fracasado con consecuencias devastadoras para individuos y sociedades alrededor del mundo. Cincuenta años después del inicio de la Convención Única de Estupefacientes, y cuarenta años después que el Presidente Nixon lanzara la guerra a las drogas del gobierno norteamericano, se necesitan urgentes reformas fundamentales en las políticas de control de drogas nacionales y mundiales.”

Algunos funcionarios a favor de la actual estrategia, temerosos de que su trabajo quede desvirtuado por este documento, han declarado a su vez que “la política del gobierno federal en contra de la drogas no ha fracasado; ha tenido avances importantes y se trata de una estrategia a mediano y largo plazo”, comentario realizado por el Secretario de Salud del gobierno mexicano, José Angel Córdova Villalobos.

Sin embargo, dichas “estrategias a mediano y largo plazo” han costado la vida a más de 40,000 personas, implican costos estratosféricos, fomentan la discriminación y la violación de los derechos humanos y, a corto plazo, no han logrado demostrar prácticamente ningún avance más allá del simple desmantelamiento de organismos criminales que han aprendido a resurgir de las cenizas casi tan rápido como el ave fénix. Esto ya no es una simple propuesta política o un discurso para la comunidad internacional, y así lo refleja este documento al hacer un llamado especial de atención a Estados Unidos y a su actual política de drogas, caracterizada por la intransigencia y falta de objetividad y criticada ya por diversos organismos internacionales y asociaciones civiles.

El Informe de la Comisión Global de Políticas de Drogas hace énfasis en la necesidad de “comenzar con la transformación del régimen mundial de prohibición de drogas”, abordando el problema desde la raíz, remarcando que las políticas prohibitivas han generado una falta de información espeluznante sobre el asunto y han criminalizado injustamente a millones de seres humanos. Además, por medio de tablas y gráficos, el informe pretende también hacer énfasis en la evidencia objetiva, resaltando que el consumo de casi cualquier droga no ha hecho sino aumentar a lo largo de los años (prueba más que fehaciente de que las campañas prohibicionistas y de tolerancia cero no han dado resultado), subrayando que de los aproximadamente 250 millones de consumidores de drogas, solamente un 10% presenta uso problemático, asimismo, hace notar que aquellos países que han abordado el problema de drogas desde una perspectiva de reducción de daños han obtenido resultados satisfactorios en situaciones específicas como la persistencia de infección de VIH en usuarios de drogas inyectables y casos de adicción a la heroína por medio de tratamientos con metadona y buprenorfina.

Además de criticar la ineficiencia de las políticas gubernamentales enfocadas a criminalizar la oferta y demanda de drogas, la comisión hace también una fuerte crítica a las Naciones Unidas, recalcando su “falta de coherencia” y la ineficiencia de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) y la Comisión de Estupefacientes (CND), organismos designados para supervisar el régimen global de fiscalización de drogas. El documento reclama a la ONU su responsabilidad de “proporcionar liderazgo en la reforma de la política de drogas global, promoviendo un enfoque efectivo basado en evidencia, y apoyando a los países para que desarrollen políticas de drogas que se adapten a sus contextos y respondan a sus necesidades,  asegurando coherencia entre las diversas agencias, políticas y convenciones de la ONU”.

Por otro parte, en el documento se anima a los gobiernos a que “experimenten modelos de regulación legal de las drogas (con cannabis, por ejemplo)”, enfatizando la caducidad de las listas de clasificación de sustancias, mismas que fueron establecidas hace 50 años sin suficiente evidencia científica para sustentar sus decisiones. Actualmente, cientos de organizaciones civiles por todo el mundo han hecho hincapié en que el riesgo objetivo de las sustancias está tergiversado por la mera existencia de una palabra que engloba a todas las sustancias ilegales (la “droga”) y que no incluye a otras sustancias con igual o mayor peligrosidad como el alcohol o las benzodiacepinas.

La Comisión Global de Políticas de Drogas fue instaurada a partir de los primeros esfuerzos de la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, cuando los ex presidentes Cardoso, Gaviria y Zedillo —de Brasil, Colombia y México, respectivamente— reunieron a un grupo de intelectuales latinoamericanos en 2008 para comenzar un diálogo sobre nuevas propuestas para abordar la problemática de las drogas. Dicha iniciativa fue evolucionando conforme la falta de resultados de la guerra contra las drogas se hacía evidente, desembocando en el actual esfuerzo conjunto que representa la Comisión Global y que podría marcar un parte aguas en la historia de la regulación de las drogas y en su resignificación como sustancias con características particulares y por lo tanto en las maneras específicas de abordar su uso problemático.

Frente a tal cantidad de contenido crítico, es de esperarse que muchos medios de comunicación aliados con los intereses personales de aquellos que mantienen el discurso pro criminalización y pro guerra resten importancia a este documento, bajo la suposición de que “es tan solo otro intento por legalizar las drogas”. Sin embargo, es necesario prestar atención al hecho de que este asunto trasciende su propio objeto de estudio (las sustancias), para transmutar en un emblema de las nuevas políticas globales, que buscan retomar la creación de programas basados en evidencia científica, así como contribuir al fomento la responsabilidad social y al bienestar real de los individuos.

Esperemos que Ban-Ki-Moon y los dignatarios del mundo reciban el Informe con seriedad y libres de prejuicios o intereses personales. Los mantendremos al tanto.