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La lucha política entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori es la sustancia remozada de un viejo conflicto cultural entre Lima y el norte del Perú y el resto de las provincias

Las vueltas de la política peruana son un desafío para los politólogos y analistas quienes buscan ubicar a los actores en conflicto en las viejas coordenadas teóricas en las que fueron formados, sistemas de partidos políticos, izquierdas versus derechas, democracia versus populismo y sigamos contando. Pero el caso peruano tiene un poco de esas recetas y mucho más. La lucha política entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori es la sustancia remozada de un viejo conflicto cultural entre Lima y el norte del Perú y el resto de las provincias. Según la última encuesta rural-urbana de IMASEN, la casa de encuestas contratada por el Diario La República, Ollanta Humala tiene más de un punto porcentual 41.6% versus el 39.7% de la hija del ex dictador y ahora presidiario por violación a los derechos humanos y delitos comunes Alberto Fujimori. Estos son los datos que tenemos al 15 de mayo del 2011. Sin embargo la campaña electoral peruana es más que encuestas y tiene un desarrollo en dónde todo cabe incluso el miedo.

Del síndrome a la dinastía Fujimori.

Hace unos meses atrás este articulista se atrevió a decir que un elemento central de la cultura política peruana era el fujimorismo y que no importaban las violaciones a los derechos humanos, asesinatos extrajudiciales y privatizaciones fruto de la corrupción de dicho régimen. Lo importante eran tres ejes: Orden, mercado y Estado. Coordenadas que obviamente ponían al Estado al servicio del mercado y garante de la estabilidad económica. Para muchos peruanos las experiencias del desastre político y económico de fines de las décadas de los ochentas e inicios de los noventas fue una experiencia que solidificó sus criterios políticos en torno al fujimorismo y es por ello que uno de los elementos de los asesores propagandísticos de Keiko Fujimori ha consistido en hacer ver a Ollanta Humala como el carnicero comunista que viene a quitarles sus haciendas y ahorros ya que es la combinación recargada de Hugo Chávez y Fidel Castro. Un nacionalista que va poner en peligro los grandes avances logrados por la dictadura fujimorista, entre los que se cuenta una constitución política que fue formulada a punta de bayoneta y botas militares.

Curiosamente, pese a su desprecio por el Estado, lo que los partidarios del fujimorismo no toman en cuenta es que su candidata presidencial Keiko Fujimori es sin duda alguna una hechura del Estado Peruano. Sus estudios universitarios en Boston fueron financiados con dinero del erario peruano, su lanzamiento a la política como primera dama durante la dictadura de su padre después de que este último se divorcio de su madre fue financiado nuevamente con dinero público peruano y lo mismo pasó con su hermano Kenji. El candidato a congresista con mayor votación en la primera vuelta electoral de este año. Lo cierto es que hoy en día existe una dinastía política de apellido Fujimori en el Perú que apuesta por el libre mercado y que ha financiado su carrera política con recursos públicos estatales.

Ollanta Humala, su nacionalismo moderado y Vargas Llosa.

Después del desastre que significo la segunda vuelta electoral de las elecciones del 2006 en las que confronto al actual Presidente Alan García. El candidato presidencial del nacionalismo peruano parece haber aprendido la lección dejo de lado cualquier relación con Hugo Chávez y se dedico a construir un perfil político más centrista y prudente que le ha permitido colocarse a la cabeza de las preferencias electorales y avanzar en distritos limeños de corte popular. Asimismo el apoyo de asesores brasileños del Partido del Trabajo le ha permito constituir un imagen apegada al éxito del ex presidente brasileño Lula Da Silva y además de contar un contrapeso para la tradicional influencia política de los Estados Unidos en el Perú. Todos estos elementos han configurado un discurso centrista y moderado que se basa en el respeto del período presidencial, reducir la pobreza y acabar la corrupción son elementos que han calado profundamente en amplios sectores de la sociedad peruana producto de la corrupción y escándalos políticos del gobierno de Alan García, quién está acabando su gobierno con menos del 30% del apoyo popular y que ha decidido dejar como sucesora a Keiko Fujimori y para ello no va dudar en usar la maquinaria del Estado para apoyarla y darle el empujoncito que necesita sea como sea.

Lo cierto es que la política peruana está muy tensa, existe un clima enrarecido y hay una campaña del miedo para desprestigiar a Humala, campaña que ha sido denunciada incluso por el premio nobel de literatura Mario Vargas Llosa, quien para sorpresa de todos ha expresado que va votar por el ex militar peruano. Lo seguro es que hay un fondo que no ha cambiado. Hace más de un siglo atrás, González Prada, un viejo anarquista peruano proclamaba en Lima que el verdadero Perú comenzaba en los contrafuertes andinos. Su frase desde entonces ha sido la metáfora para comprender dos realidades políticas y culturales que viven y coexisten en el país andino y que tendrán como su expresión contemporánea las elecciones peruanas presidenciales que tendrán su segunda vuelta el 7 de junio del 2011. Esperemos que gane el menos peor.

 

Referencias

La República

El País

Pijamasurf