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Se calcula que el 1% de la población tiene tendencia a la psicopatía. Tu novia, tu padre, tu jefe en la oficina o, por qué no, tú mismo, podrían calificar como tal. Pero, ¿cómo detectarlos?

Los psicópatas se han convertido en personajes populares dentro del imaginario colectivo gracias a decenas de películas, la mayoría de ella hollywoodenses, que han utilizado sus perfiles para crear personajes malignos (baste recordar al genial Dr. Hannibal Lecter). Sin embargo las personas con este tipo de desórdenes realmente existen más allá de los estereotipos fomentados por el cine pop y sí, son personas naturalmente despiadadas y generalmente denotan mentes cuya inteligencia rebasa por mucho el estándar social.

Fue el psiquiatra Philippe Pinel quien en el siglo XIX sugirió que existía un cierto tipo de locura que no involucraba manías, depresión o psicosis y que llamó “manie sans délire" (demencia sin delirios). Al respecto escribió que los pacientes que padecían este desorden parecían “normales” a nivel superficial, pero que no eran capaces de controlar sus impulsos o manifestaban una cierta tendencia hacia la violencia.  Pero no fue sino hasta 1891 cuando el doctor alemán J. L. A. Koch publicó su libro Die Psychopathischen Minderwertigkeiten, en el cual utilizaba, por primera vez, el término psicópata para etiquetar a las personas que padecían el mal detectado por Pinel.

Desde un principio se calculó que este desorden solo afectaba al 1% de las personas, pero, en contraste, el caos que ese 1% causaba era tan notorio que podía deteriorar profundamente o rediseñar a un grupo social. Y entonces surgió la pregunta: ¿Cómo podremos curar a los psicópatas? En la década de los sesentas un joven psiquiatra canadiense, Elliot Barker, creyó tener la respuesta. De acuerdo con su teoría, el hecho de que los psicópatas parecieran personas comunes sugería que eran capaces de enterrar su locura en algún lugar profundo de su mente. Siguiendo su hipótesis, Barker se propuso encontrar una manera de hacer emerger este desorden: su estrategia fue reunir a un grupo de psicópatas en una clínica, agruparlos desnudos en una habitación completamente pintada de verde brillante (llamada la “total encounter capsule”) y dosificarlos con una buena dosis de ácido lisérgico.

Esta fue la primera psicoterapia grupal, nudista y acompañada de LSD  para psicópatas criminales.  Durante la terapia, que se extendió por once días, los pacientes no tenían acceso a ninguna distracción: ropa, relojes, música, calendarios, ningún objeto. Estaban casi permanentemente expuestos (100 hrs semanales) a una desenfrenada discusión sobre sus emociones. Años después se comprobaría que los psicópatas tratados por Barker habían tenido mayores niveles de reincidencia criminal que aquellos tratados con los recursos tradicionales de la época.

Posteriormente, en 1975 y como resultado de una conferencia que reunió a psiquiatras especialistas en este desorden para analizar posibles patrones conductuales y de personalidad que pudiesen agrupar a los psicópatas en torno a características compartidas, se desarrolló la lista conocida como la “Robert Hare Checklist” que engloba 20 rasgos distintivos de la personalidad psicópata:

  • Superficialmente encantador
  • Notable sentimiento de autoestima (soberbia)
  • Necesidad de estimulación / tendencia al aburrimiento
  • Patológicamente mentirosos
  • Manipuladores
  • Carecen de sentido de la culpa
  • Superficiales
  • Indiferentes / carecen de sentimiento de empatía
  • Estilo de vida parasitario
  • Falta de control conductual
  • Conducta sexual promiscua
  • Problemas de conducta desde la niñez
  • Falta de metas realmente posibles a largo plazo
  • Impulsivos
  • Irresponsables
  • Incapacidad para asumir responsabilidad sobre sus actos
  • Múltiples relaciones maritales efímeras
  • Actitudes delincuenciales en la juventud
  • Tendencia a transgredir la ley
  • Versatilidad criminal

 

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