Si naciste en México es difícil acordarte (y para algunos imposible) de un tiempo en el que no hayamos estado en crisis económica. Como si fuera parte de la mexicaneidad nos vemos sumidos constantemente en un pantano financiero que intenta reinventarse dentro de la gran ilusión democrática. A vaces parece que los momios están en nuestra contra (o los monstruos); "tan lejos de dios y tan cerca de Estados Unidos", decía el maestro surrealista Luis Buñuel. El surrealismo mexicano en su abismo se manifiesta en los escollos de la economía, en esa farsa en la que vivimos inevitablemente sitiados por los flujos tiránicos del mercado global.
Nuestra realidad hoy en día está incrustada en la tecnósfera, somos a la vez esclavos y amos de aparatos tecnológicos que nos permiten comunicarnos instantánamente con todo el planeta en tiempo real. “La tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”, decía Arthur C. Clarke, el autor de 2001: Odisea al Espacio. Hoy en día estamos cerca de ese punto histórico en el que nuestra tecnología es un sucedáneo de las propiedas extrasensoriales que habitan los mitos fundacionales de casi todas las culturas, Y esa magia tecnológica sin duda es adictiva y muchas veces en su necesidad creada bastante cara.
El teléfono celular se ha convertido ya en una extensión corporal, una herramienta indispensable para participar en el mundo. En este sentido, entendiendo nuestra particular condición, nuestro contexto y circunstancia, es inteligente maximizar de la mejor forma los servicios que ofrecen las compañías telefónicas. El proyecto de Telcel Mas x Menos permite ahorrar en llamadas y mesajes de telefonía móvil y en cierta forma responde a la necesidad de encontrar una forma más eficiente y económica de llevar nuestras telecomunicaciones.En un mundo de senderos que se bifurcan y casi infinitas decisiones tal vez este plan puede ayudar a solventar un poco las finanzas y obtener un mejor servicio.
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