Más allá de filias o fobias y de los cuestionamientos que puede generar la figura del Subcomandante Marcos, la carta que envío a la revista Proceso, dirigida a Luis Villoro, es, a nuestra forma de ver, un lúcido análisis de lo que está sucediendo en México con la llamada guerra contra el narco y los verdaderos intereses que están detrás de esta absurda batalla. El contenido de la carta coincide de manera notable con lo que hemos expuesto antes en nuestro artículo: El verdadero motivo detrás de la guerra contra el narco (la invasión silenciosa de un estado fallido), donde mecionamos el enorme negocio que representa la guerra contra el narco para contratistas estadounidenses, como Blackwater (ahora Xe Services), algo que menciona tal cual Marcos.
Marcos argumenta que Calderón al principio de su sexenio, de forma similar a Roosevelt, quien dijerá supuestamente: "Yo daría la bienvenida casi a cualquier guerra porque creo que este país necesita una”, decidió tener su guerra, lo que es una decisión económica y estratégica: ha servido para engrosar el ejército y para comprar armas (estrategia y economía). Aunque claros los beneficos económicos sobre todo van para Estados Unidos -quien provee armas tanto para el ejército y la policía como para el narco, borrando significativamente la frontera entre los unos y los otros-:
"Ganan los Estados Unidos con esta guerra “local”? La respuesta es: sí. Dejando de lado las ganancias económicas y la inversión monetaria en armas, parque y equipos (no olvidemos que USA es el principal proveedor de todo esto a los dos bandos contendientes: autoridades y “delincuentes” -la “guerra contra la delincuencia organizada” es un negocio redondo para la industria militar norteamericana-), está, como resultado de esta guerra, una destrucción / despoblamiento y reconstrucción / reordenamiento geopolítico que los favorece.
"Esta guerra (que está perdida para el gobierno desde que se concibió, no como una solución a un problema de inseguridad, sino a un problema de legitimidad cuestionada), está destruyendo el último reducto que le queda a una Nación: el tejido social.
"¿Qué mejor guerra para los Estados Unidos que una que le otorgue ganancias, territorio y control político y militar sin las incómodas “body bags” y los lisiados de guerra que le llegaron, antes, de Vietnam y ahora de Irak y Afganistán?"
Marcos ve en la descomposición del tejido social y en la ablación de la identidad colectiva una forma de planeación para una invasión militar de Estados Unidos. Es curioso que Felipe Calderón sea un aficionado a los videoejuegos, en particular al de Age of Empire, un juego de estrategia militar:
Felipe Calderón Hinojosa es el “gamer” “que en cuatro años convirtió un país en una versión mundana de The Age of Empire -su videojuego preferido-, (…) un amante -y mal estratega- de la guerra” (Diego Osorno en “Milenio Diario”, 3 de octubre del 2010).
Es él que nos lleva a preguntar: ¿está México siendo gobernado al estilo de un videojuego? (creo que yo sí puedo hacer este tipo de preguntas comprometedoras sin riesgo a que me despidan por faltar a un “código de ética” que se rige por la publicidad pagada).
Felipe Calderón Hinojosa no se detendrá. Y no sólo porque las fuerzas armadas no se lo permitirían (los negocios son negocios), también por la obstinación que ha caracterizado la vida política del “comandante en jefe” de las fuerzas armadas mexicanas...
¿De los videojuegos de estrategia a los “simuladores de combate aéreo” y “disparos en primera persona”? ¿Del Age of Empires al HAWX?
El HAWX es un videojuego de combate aéreo donde, en un futuro cercano, las empresas militares privadas (“Private military company”) han reemplazado a los ejércitos gubernamentales en varios países. La primera misión del videojuego consiste en bombardear Ciudad Juárez, Chihuahua, México, porque las “fuerzas rebeldes” se han apoderado de la plaza y amenazan con avanzar a territorio norteamericano-.
Quizás ante este desastre sólo queda el humor negro: ¿Juega Calderón videojuegos borracho sin darse cuenta que está jugando sobre el tablero de la realidad, apostando con sus contrincantes porque sabe los resultados desde antes, porque el juego está arreglado y al perder el país, una pequeña elite gana? Quizás una nueva manta podría decir ¿Tu dejarías a Felipe Calderón jugar videojuegos con tus hijos?