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Por primera vez en la historia se ha otorgado este prestigiado premio a una pieza de arte sonoro; la ganadora es Susan Philipsz por su instalación "Lowlands"

Esta edición del Turner Prize, el reconocimiento artístico más importante del Reino Unido y uno de los más prestigiados del mundo, tuvo un toque histórico. Y es que esta es la primera ocasión en la que el reconocimiento se le otorga a una pieza intangible, en este caso una instalación sonora. La artista escocesa de 45 años, Susan Philipsz, se hizo acreedora del premio por su pieza "Lowlands", intervención instalada en el río Clyde de su natal Glasgow.

La pieza de Philipsz básicamente consiste en una grabación de su propia voz cantando una canción tradicional de Escocia llamada Lowlands Away. A continuación la artista realizó una instalación con bocinas a lo largo del río, generando una extraña sensación auditiva ya que su poco entrenada y natural voz pareciera que emanara de todas partes (o de ninguna) fundiéndose de manera exquisita con el ambiente como una especie de silencio orquestado. Los sonidos del entorno complementan sorprendentemente el "espejo auditivo" creado con la instalación, dialogando de manera armónica, y una parte importante de la audiomagia se genera gracias a los ecos que se generan a partir de la enorme estructura de un puente que atraviesa el río Clyde. De algún modo "Lowlands" representa una especie de tributo a la sonorización onírica, ambiental, fantasmagóricamente sedante.

El Turner Prize ha sido otorgado a gente como el genial duo Gilbert & George y el hijo consentido del avant mainstream art, Demian Hirst. Pero esta es la primera vez que una artista sonora se hace acreedora al reconocimiento y la cuarta ocasión en que una mujer lo obtiene.