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Microchip para telefónos móviles permite checar infecciones transmitidas vía sexual de forma barata y discreta: solo orina o escupe en él e insértalo en tu celular.

¿Tienes una extraña y molesta picazón en los genitales? Entonces orina en tu teléfono y sabrás si tienes que ir al doctor o solo a darte un buen baño. Claro, después de varios días de fiesta estas cosas pueden suceder.

Diagnósticos instantáneos portátiles es la promesa de una nueva investigación que ha otorgado 6.5 millones de dólares al UK Clinical Research Collaboration para desarrollar esta tecnología desechable. Aunque no necesitas realmente orinar en tu teléfono móvil (a menos de que sea uno de esos modelos que para lo que más sirven es para destruirlos y aplastar los componentes y ver cómo explotan), puedes solo colocar un par de gotas de orina o de saliva en un chip  y luego insertarlo en tu teléfono. Este laboratorio-en-un-chip analiza la muestra y en un par de minutos emite un diagnóstico.

La idea es vender estos dispositivos en máquinas dispensadoras en los mismos sitios donde comprarías condones, por precios de 1.60 dólares, haciendo de la autoexaminación un asunto barato y discreto, motivando a las personas a las que generalmente les costaría mucho ir al doctor a que se revisen por sí mismos. Al parecer el chip funcionaría a través de micro USB.

Según el director del proyecto, el Dr. Tariq Sadiq, "Gran Bretaña es uno de los peores países en el oeste de Europa en cuanto a embarazos adolescentes e infecciones transmitidas vía sexual". Sí, el doctor parece saber de lo que habla, a los adolescentes británicos pocas cosas les gusta más que tener sexo borrachos en cualquier parte. Este invento, aunque podría desestimarse por el tono ligero de esta nota, basada en este otro artículo de Wired, es sin duda una genial forma de atacar este problema, llegando a los adolescentes que ya de todas formas aman sus teléfonos celulares y todas sus aplicaciones y que además difícilmente superarían la pena y los costos de ir al doctor por una comezón en su zona genital. Si la tecnología funciona de forma efectiva podría ahorrar millones de libras y detener cadenas de contagios.