Tras semanas de un ridículo debate en el que diversas organizaciones fundamentalistas y radicales de Estados Unidos amenazaban con realizar una quema masiva del libro sagrado del Islam, el Corán, en la Zona Cero de Nueva York, finalmente se consumó un solitario acto. El notablemente confundido ciudadano que concretó este patético ritual fue arrestado tras prender fuego a una edición de los textos sagrados frente a decenas de periodistas y testigos casuales. Esta era la manera de conmemorar la destrucción de las Torres Gemelas, a nueve años del desplome de estos representativos inmuebles supuestamente ocurrido bajo un ataque terrorista, una versión que muchos han puesto en duda.
Al parecer no fue suficiente para la psique de una parte de la población estadounidense que tras el ataque,que muchos califican como un maquiavélico performance, el gobierno de George W. Bush lanzará una guerra contra Afganistán, lucha que aún no concluye y se encuentra sumida es un desgastante impass que ha debilitado enormemente el tejido social de este país y curiosamente ha fortalecido a los grupos que trafican opio y heróina. Tampoco es suficiente que la épica cazería emprendida contra Osama bin laden, el mítico terrorista y supuesto principal responsable del ataque, haya sido un completo fraude ya que a nueve años de comenzada no siquiera se sabe donde se encuentra. Casí una década sin aprender una lección fundamental para el futuro de nuestro planeta a corto plazo: el respeto a la otredad como un yo que celebra la diversidad y que reafirma mi divinidad.
Por cierto, el Corán es uno de los textos más profundos e inspiradores que el ser humano haya jamás concebido, y en este sentido resulta caricaturesco que sus hojas sean quemadas por un bebedor de Budweiser, pero a fin de cuentas refleja una faceta tangible de nuestra realidad contemporánea.
...alhamdulilah