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En el ajedrez cuántico las piezas exhiben las propiedades espectrales de las partículas subatómicas.

Una estudiante de computación ha aplicado las propiedades espectrales del mundo subatómico al ajedrez. Históricamente se ha utilzado el juego de ajedrez y su tablero como una metáfora del mundo en el que vivimos, pero ahora ese mundo clásico, con la mecánica cuántica, se ha vuelto más extraño en sus fundamentos, por lo cual Alice Wismath ha buscado reflejar esto en el tablero microcósmico de este juego ancestral.

En el juego de computadora de ajedrez cuántico, una pieza que debería de ser un caballo puede simultáneamente ser una reina, un alfil u otra pieza. El jugador no sabe cual será el siguiente estado o cuál de los estados escogerá la pieza cuando sea movida. Esto representa el estado de superposición en el que se encuentran las partículas (como el famoso gato de Shrödinger, que está vivo y muerto) hasta que son observadas.

“Es muy raro”, dijo Ernesto Posse, un investigador de la Queen’s University en Candá que formó parte del torneo de ajedrez cuántico. ”Sólo sabes que pieza es una vez que la tocas. Básicamente planear con anticipación es imposible”. En el mundo subatómico del cual estamos hechos, una partícula revela su estado solamente al momento de ser observada en un experimento, esto es el colapso de la función de onda, de otra forma la partícula como la pieza de ajedrez, en este caso, es solamente una probabilidad de ser.

El ajedrez de Alice Wismath se mueve en una especie de país de las maravillas donde no se sabe que esperar de las cosas que siguen su propia lógica invisible: la reina blanca, aunque parecería imposible, en cualquier momento puede convertirse en una torre.

“Pense en un juego que provee un tipo de impredecibilidad para ambos jugadores. La computadora no puede buscar todas las posibilidades (antes de decidir) porque podemos mostrar que existe un número incontable de posibilidades”, dice Alice.

Le creadora del ajedrez cuántico, Alice, fue una de las ganadoras del torneo, pero"fue suerte", dijo la joven. Aunque por supuesto más que suerte podría haber ocurrido un entrelazamiento cuántico entre los electrones del cerebro de Alice y las partículas informáticas (q-bits) del programa de ajedrez cuántico, lo que le habría otorgado una ventaja microtelepática sobre sus contrincantes: la localía: tener una conexión más robusta con la información diseñada.

Vía CBC