*

Pateando a la Máquina con Botas de Pluma de Seda (el cine de Apichatpong Weerasethakul)

Arte

Por: Psicanzuelo - 08/04/2010

Reciente gandor de Cannes y poseedor de una de las obras más finas e hipnóticas del cine actual, la filmografía de Weerasethakul, o mejor "Joe", es como una "brisa suave que se filma así misma mostrando que no hay brisa alguna".


Hace muchos años que no me daba tanto gusto saber la decisión de un jurado en un festival de cine como cuando me enteré de que Apichatpong Weerasethakul había Ganado la palma de oro este año con su película Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives (Loong Boonmee raleuk chat, 2010) Aún en trance salí de la sala y me encontré al exitoso cineasta y amigo Julián Hernández que me preguntó: “¿La viste”, únicamente pude asentir con una gran sonrisa, a lo que él contestó: “Cuando sea grande así quiero filmar”. Me encantó la frase y la humildad de cineasta a cineasta, pero entendí perfecto lo que Julián quería decir; habíamos presenciado una función de cine contemporáneo que nos había hecho sentir lo que únicamente clásicos del cine habían logrado en nuestros años de formación. Weerasethakul había encontrado la llave para ese cuarto pared lleno de luz que en la mirada de un espectador se vuelve al mismo tiempo emociones y reacciones físicas. Esa misma noche decidí escribirle a Weerasethakul para felicitarlo y amablemente me contestó.





Blissfully Yours es un picnic en el bosque entre un joven con problemas dermatológicos, su suegra y su novia. La película inicia en un consultorio médico de muy dudosa calidad, madre e hija mirando como la doctora le receta una crema al joven inmigrante ilegal de Birmania para sus problemas cutáneos. Toda esta parte dura una tercera parte de lo que dura la película y luego aparecen los créditos. En el bosque, un deleite impresionista en tiempo real, y un naturalismo que rebasa la sala de cine con boleto pagado ayudado por una fotografía con matching casi perfecto, creando la ilusión, y un sonido que sumerge al espectador en la sucesión de momentos, donde estos seres totalmente atrapados en una realidad diaria de sobre producción masiva cinco días a la semana, descansan y comparten su tiempo construyendo un tiempo en común. Las dos mujeres cargan al joven flotando en el río ayudándolo a que relaje su comezón, los novios tienen un momento intimo dando la espalda a la cámara y después comen lunch junto a un acantilado, la suegra camina sobre las hojas caídas de los árboles para encontrar a su seductor-cuarto personaje. La presencia del bosque se va magnificando y como resultado que se expande, los personajes se van liberando de sus disfraces de gente explotada para poco a poco humanizar la pantalla y el espectador, poco a poco, también va perdiendo su máscara como otro reflejo más relajándose en su esencia, que también sale a la superficie; una especie de meditación colectiva. Es cine trascendental sin pretensiones, es poesía que no busca serlo, cine que se puede respirar sin un ego que nos golpeé la cabeza con algún arma tipo música, efectos especiales, montaje, corrección de color, sobre actuaciones, etc… Es cine que fluye.

Es orgánicamente interesante como se utiliza la sexualidad en la cinta, es liberadora, un acto instintivo pero al mismo tiempo proveniente del espíritu, un acto que vuelve al ser explotado por el sistema parte de la naturaleza que lo rodea.

En la siguiente edición del FICCO (festival que tanto extraña esta ciudad) pude ver Tropical Malady (Sud pralad,2004) y quedé aún más impactado, recuerdo que los títulos rolaban y rolaban con hermosa tipografía Tailandesa acompañada por algunos dibujos, mientras el sonido directo de la jungla de la última escena no desaparecía. Yo seguía sintiendo la humedad, la vegetación, el cielo nocturno con algunas creaturas que volaban al mismo tiempo que mi mente me volvía uno con el tigre que el cazador busca implacablemente. Mi abuelo era asiduo lector de libros de ficción con temas de cacería, recuerdo que tenía librero llenos de ellos. Una vez me regaló un ejemplar sobre un tigre en la India que comía gente de aldea en aldea, hasta que se juntan algunos aldeanos y van a cazarlo. La presencia del tigre es algo así como la monumental ballena blanca que Ahab busca de mar en mar en Moby Dick, cuando en realidad la ballena es Ahab y viceversa. Así en la película de Joe (nombre que Weerasethakul usa para poder comunicarse con la gente occidental) Keng un soldado que se convierte en el cazador sale en busca de un tigre que esta matando aldeanos y vacas en la jungla; pero el tigre es en realidad un chamán que puede cambiar de forma. El cazador con paso temeroso ante la inmensidad de la naturaleza es ayudado por un mono que habla y que le advierte que el tigre también lo busca como presa y compañero, también ayudado por el fantasma de una vaca que le muestra el camino. Este argumento conforma la segunda parte de la película que inicia con una relación homosexual entre Keng (el cazador) que es un soldado que trabaja como guarda bosques en la jungla y un joven aldeano. Lo que escuché de la mayoría de la gente que vio la película es que no entendían ¿en que tenían que ver ambas partes? Cuando realmente la segunda parte es una metáfora de la primera de algún modo; manteniendo un discurso dentro de el universo de la metafísica de lo cotidiano muy interesante y novedoso, abordándolo en tono de realismo mágico: la inocencia puede ser salvajemente peligrosa y cruel. Discurso que se ha dado de varias maneras con libros como “Lolita” de Nabokov y “Professor Unrat” de Heinrich Mann que adapta magistralmente Josef Von Sternberg con su Ángel Azul (1930) que exporta inmediatamente a Hollywood no solo a su director, sino que da a luz a un astro del cine clásico Hollywoodense: Marlene Dietrich. En estos libros no queda claro quien representa la inocencia y quien la perversidad, pero si queda claro que el juego entre victima y victimario, entre sádico y masoquista, es una cacería en la jungla compuesta por las reglas sociales. Volví a escribirle a Joe nuevamente felicitándolo efusivamente, me respondió tan amablemente como la primera vez.

Esta película me hizo buscar en video la opera prima de Joe, que tiene el hermoso titulo de Mysterious Object at Noon (Dokfa nai meuman, 2000) es una suerte de cadáver exquisito documental, que va de aldea en aldea preguntando a gente que le cuenta a la cámara una historia que se continúa en la siguiente aldea. La ficción que se nos presenta a través de los individuos, se complementa con su gesticulación y entorno, su esencia aflora dentro de un documental que terminó cuando la cámara se descompuso. Vivir el cine como espejo de la realidad que nos puede mostrar más realidades que no se ven a simple vista.

La última cinta que ví de Apichatpong Weerasethakul fue Syndromes and a Century (Sang sattawat, 2006) un poco más seria y formal sin dejar de ser un juego que no es tan fácil de descubrir. Dos hospitales, uno rural y otro en la ciudad sirven para enmarcar la relaciones de doctores con sus pacientes y de personalidades con otras personalidades. Con sets iluminados de manera que uso de ejemplo para clases en la Universidad de high-key, la película es un frío abstracto. La entiendo como un reflexión de cómo la forma nos da el contenido, como los espacios que habita el hombre crean su psicología; no como Antonioni retrataba haciendo a todo parte de un tiempo sino abstrayendo el tiempo del film, pero sí como en Antonioni, el amor no se puede encontrar porque los amantes no tienen el tiempo. Reflejos en cristales medium shot de tiempo eterno tanto en el reflejo como en los gestos de ella, blancos impecables en paredes full shot Dolly lateral llenos de pulcritud, el yugo de las normas sociales que disfrazan las verdaderas intensiones bajo ambientes sobre iluminados, árboles que se mecen dentro de la mente close up de un paciente, genial cámara objetivamente arquitectónica que se vuelve créditos iniciales con voz off personajes sarcásticamente hablando (dentro de la película) de que tan condicionados están no solo por Hollywood sino por una realidad americanizada. Plano abierto que ubica de espaldas al individuo en la naturaleza como parte de ella, y tan lejos por sus costumbres modernas, que desboca en punto de vista de insecto saltando del agua en plano espejo del cielo. Entrevista en two shot que corta a protecciones en medium close ups que hablan casi directamente a la cámara esto no para crear cercanía entre los personajes sino la lejanía que se da cuando el personaje no corresponde la mirada o mira lejos hacía si mismo, lo difícil que le es a un individuo entender a otro y ser entendido, otra vez Antonioni pero de otra forma.

La productora de Joe se llama Kick the Machine: http://www.kickthemachine.com. Y es que este hombre da semejantes patadotas al sistema con la sutileza de un ave tsuru que emprende el vuelo durante el inicio de una nevada. Esperamos con ansías ver su última creación que lo pone bajo la aterrorizante y destructiva mirada del mainstream.

Las películas de este director no son para captarse con la mente sino con el ser completo, sin intelectualizar, o por lo menos esperen a que acabe la película porfavor y traten de poner atención en como se sienten. Apichatpong Weerasethakul es un argumento en contra de la muerte del cine, una brisa suave que se filma así misma mostrando que no hay brisa alguna.

Blog de Psicanzuelo