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Paradójicamente las personas que beben mucho alcohol viven más que las que no beben nada

Salud

Por: Luis Alberto Hara - 08/31/2010

Vinos y espíritus al parecer alimentan el tejido psicosocial de un individuo de manera que esto se refleja en su salud física con jetatura por sobre los efectos nocivos del alcohol, como puede ser la cirrosis.

No es casualidad que el vino es el símbolo de la vida, en este sentido la mística y la ciencia se encuentran. Por años una de las cuestiones más apremiantes en la literatura médica relacionada al consumo de alcohol ha sido por qué constantemente se descubre que las personas que no beben se mueren antes que las que sí. La explicación estándar era que muchos de los abstemios eran antes bebedores empedernidos del más duro alcohol y que de esta forma habían sellado su destino. Otra creencia difundida era que en realidad sólo vivían más las personas que bebían moderadamente y esto generalmente asociado al reservatrol que contiene el vino. Sin embargo, un estudio extensivo demuestra que no sólo las personas que beben moderadamente viven más que las personas que no beben nada, también las personas que beben mucho viven más que las que no beben.

La investigación publicada en el periódico Alcoholism: Clinical and Experimental Research sugiere que, por razones no del todo claras, abstenerse de beber, incluso cuando excluyes a antiguos bebedores problemáticos, no aumenta el riesgo de morir, al contrario los abstemios tienen mayor índice de mortalidad que los borrachos.

Beber moderadamente, de uno a tres tragos al día, es asociado con el más bajo índice de mortalidad según los estudios. Beber moderadamente, en especial cuando se escoge el vino tinto, parece mejorar la circulación, el ritmo cardiaco y, lo que es más importante, la sociabilidad, lo que por una parte hace que una persona no muera por falta de prevención al tener familiares y amigos que puede darse cuenta de una enfermedad, y que además provee las relaciones humanas que son tan importantes de forma psicofísica para la salud.

Suele ser cierto que las personas que se abstienen del alcohol tienden a ser de clases socioeconómicas más bajas, ya que el alcohol puede ser caro y no tienen el tiempo libre para pasarlo de una forma generalmente improductiva. Además de que a un nivel socioeconómico inferior se suele tener más factores de estrés. No obastante esto, después de eliminar en las variables factores como nivel socioeconómico, nivel de actividad física, número de amigos cercanos y calidad de soporte social, etc., los investigadores de la Universidad de Texas notaron que en un periodo de 20 años los indíces de mortalidad eran más altos en aquellos que no bebían, luego seguían los que bebían mucho, y los que más vivían eran los bebedores moderados.

Estos sorprendentes resultados denotan que el alcohol, bajo nuestro paradigma actual, es un importante lubricante social, y la interacción social es vital para mantener la salud mental y física. Un estudio de científicos noruegos encontró que, aunque el alcohol es un depresivo, las personas que no beben tienen mayor indíce de depresión que las que si beben. Esto se explica sobre todo a través de las redes sociales que giran alrededor del alcohol y la sálidas nocturnas (y en este sentido el sexo). Otra razón a considerar es que posiblemente las personas que beben tienen genéticamente menor tendencia a la depresión, por lo cual podrían soportar mejor el alcohol y en general ser mejores socializando. De cualquier forma lo que estos estudios parecen alumbrar es que la mente influye de una manera predominante en el cuerpo y que el ser humano es un ser social que necesita del contacto físico y emocional para poder vivir en plenitud. Somos complejas abejas, o termitas, erguidas y metafísicas (más en la revista Time)

Ya en este tono de salut!, les compartimos algunas imágenes de bebidas bajo el microscopio con beodo beatíficas anotaciones:

Sake. Aquí tenemos a Matsuo Basho bebiendo con Matsuro Emoto, el científico fringe que toma fotos del agua expuesta a música de Mozart y hace mandalas. El haiku del sake violeta, curiosamente empeyota, deja ojos en las esquinas, soles ultravioletas. Hay un mago en el maguey, o es arroz cyberpunk que corta dulces venas en sistemas de anfisbenas.

Champagne. La iridiscencia de un pavorreal o las plumas de un fenix: le bleu egyptien. En ese bosque azul dorado, entre esas persianas burbujeantes: la epifanía (si tan solo puedes quitarte los ramalazos y ver a la deidad en el centro -fashion diamond dam-). Selva de glam. Cuando muestra las joyas de sus pulmas, esta ave real, descubre las nalgas, decía Apollinaire. Dales Champagne.

Nodos de vodka, los chakras del centeno, el guardian en su van por el cielo donde se caen. Trigo y papa sangre azul, espigas, ¿son estas partes de una flor que no huele? Genios en el vaso, frotación: exfoliación. Es valido preguntarse por buda en el vodka ¿soy buda( en la garras de garudas)?, la volatilidad de la duda explota en redes de Indra.

Piña Colada. Un inesperado motivo de pavorreal psicodélico que hace pensar que éste es un arquetipo de facil diversión. Con círculos de confusión, con vórtices de calor; esmeraldas y fresas y piñas.