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La artista Elen Dorfman fotografía a hombres y a mujeres que habitan íntimamente junto con muñecas de alto realismo en situaciones de escarceo sexual o interacción cotidiana
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La artista nacida en Boston, Elena Dorfman, ha retratado a hombres y a mujeres con sus muñecas hiperreales en situaciones cotidianas o de intimidad, mostrando la integración que éstas personas han llevado a cabo con sus muñecas. Entre el fetichismo y la alta refinación, las muñecas gélidas y hermosas (de una belleza inaccesible) toman el sol, ven el televisor, se engarzan y montan en un permanente coqueteo quieto en búsqueda de la chispa vital, a veces contemplando el infinito negado al hombre, a veces aumentando la dosis de bizarria y enajenación.

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Las muñcas inflables se han vuelto sumamente sofisticadas y pueden ser pedidas por internet en el sitio Real Doll, que ofrece por cerca de 5 mil dólares, muñecas y muñecos de cuerpos y rostros customizables: uno puede no sólo escoger el color del cabello o los ojos sino también la expresión, el tamaño de los senos o el pene, o pedir orejas de elfo y hasta hermáfroditas. Existe también la opción de escoger muñeca ya diseñadas, favoritas entre los usarios.

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Actualmente y en aras de la llegada de la muñeca robot (el santo grial de este rubro) estas entidades en permanente trance onírico se han vuelto parte de un aspecto de la realidad que va más allá de la mera fantasía sexual: proyecciones, complices y acompañantes del ciudadano moderno en "el desierto de lo real", paliando su soledad, con proxies inorgánicos de orgasmos.

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Según el sitio Strozzina.org, Elena Dorfman se dio a la tarea de encontrar a personas que han por alguna u otra razón incorporado a estos muñecos reales ha su vida cotidiana y si bien las imágenes han sido montadas para crear un efecto, éste es subsirviente a la realidad de su interacción.

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Resuta extraño pero la mirada de esta fotografía, pese a su bizarro contexto, revela una especie de pureza inmarcesible al hombre contemporáneo: los ojos fijos en una dimensión hermética, inconmovibles pero por eso siempre inocentes, en la eternidad del Valle Mágico de las Muñecas.

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