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Perimeter: la máquina soviética capaz de destruir el mundo aún está en operación

Política

Por: Jimena O. - 10/02/2009

En 1984 la Unión Soviética construyó una máquina apocalíptica capaz de destruir la Tierra por sí sola; dos décadas después del fin de la guerra fría "la mano de la muerte" aún está funcionando... La paradoja de Dr. Strangelove está en acción

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Los que recuerdan la satírica comedia nuclear de Stanley Kubrick Dr. Stangelove (o cómo aprendí a amar la bomba) seguramente estarán familiarizados con el tema de una máquina capaz de destruir el mundo (la doomsday machine), es parte de la iconografía paranoica del estira y afloje de la guerra fría. En esta película de 1963 un general estadounidense lanza un impulsivo y accidentado ataque a la Unión Soviética, justo en el momento en el que el embajador soviético anuncia que han encendido una máquina programada para responder a un ataque nuclear destruyendo al planeta. De esta forma generando un Armageddon donde destuir al otro es destruirse a sí mismo.

Esta es la mejor inspiración de una máquina apocalíptica, ser un preventivo, una fuerza equilibrante que haga vacilar con su amenaza invisible al otro antes de apretar el botón; y en el peor de los casos, pues es simplemente una especie de hipergoismo infantil en el que el que perdió simplemente destruye la cancha para que nadie más pueda jugar.

Como suele suceder, la ficción de Kubrick se materializó en la máquina apocalíptica Perimeter, construida en 1984, apodada "la mano de la muerte" (Mertvaya Ruka) y la cual, según reveló el coronel ruso Valery Yarynich a un periodista de Wired, sigue operando. Como si en la inteligencia del mundo de las máquinas aún vivieramos en los 80s, anacrónicamente sujetos a conflictos soterrados, que podrían brotar en una cortina de tiempo y aniquilar la vida en el planeta.

La máquina Perimeter fue construida como respuesta al anunció de Ronald Reagan de que Estados Unidos estaría desarrollando un escudo de rayos laser y armas nucleares en el espacio (apodado, para más metaficción en esta narrativa, Star Wars).

Para que el sistema del Perimeter funcione un oficial de alto rango la debe de encender. Una vez encendida la máquina intenta determinar si tierra soviética (suponemos que ahora rusa) ha sufrido un ataque nuclear a través de unos sensores que miden la radiación, la presión aérea y vibraciones sísmicas. En el caso de que determine que así sea, el sistema checa si existe comunicación con el cuarto de guerra (war room), si existiera comunicación con los altos mandos de la milicia entonces la máquina asumiría que todavía habría comandos calificados para ordenar un contraataque y se apagaría. Pero en el caso de que la línea de comunicación estuviera muerta, entonces la máquina entraría en fase apocalipsis transfiriendo automáticamente autoridad de lanzar un ataque a quién sea que la estuviera operando dentro de su bunker aislado, sobrepasando todas las líneas de mando.

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En ese momento el contraataque iniciaría desplegando una serie de mísiles protegidos en stilos diseñados para soportar los pulsos electromagnéticos de una explosión nuclear. Después de lanzar estos mísiles, la máquina se intentaría comunicar con las armas que hayan sobrevivido al ataque para producir un ataque masivo. En este punto las máquinas ya habrían tomado el mundo y estarían por destruirlo.

Según Nicholas Thompson de Wired, la máquina apocalíptica soviética fue construida justamente para desalentar un ataque de proporciones irreversibles. Para que, en el caso de que los radares soviéticos detectaran lo que les pudiera parecer como un ataque nuclear estadounidense, tuvieran tiempo de analizar la señal y esperar el contraataque, sabiendo que tenían un respaldo.

Altos miembros de la inteligencia de Estados Unidos niegan haber tenido conocimiento de esta máquina, pero Wired parece confirmar su existencia por diversas fuentes. Y aunque es preocupante que este tipo de aparatos de destrucción masiva sigan existiendo en una base nuclear subterránea en medio de las estepas rusas (y al mismo tiempo se le impida a irán enriquecer uranio), casi olvidadas como un elefante dormido o un juguete hiperreal de sci-fi; lo más inquietante es pensar en la tecnología que tiene en estos momentos Estados Unidos 25 años después y ante la aceleración tecnológica, un país que seguramente da lugar a macabras hipótesis y a posibles enemigos invisibles y cuyo presupuesto se va en gran medida en fondear proyectos clasificados. Como diría Arthur C. Clarke, autor de Odisea al Espacio 2001: la tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia.Es difícil saber cuando alguien está utilizando la magia. El misterio del arma ultrasecreta perdura.

Vía Wired

Entrevista con el autor del artículo en Wired en NPR