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La evolución biofísica de los reptiles permite que utilicen su tercer ojo, formado por células foto sensibles, para calibrar sus movimientos y guiarse espacialmente

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El organismo de los reptiles muestra una de las estructuras biofísicas más avanzadas entre los animales de nuestro planeta. Una prueba más de esta aseveración es la utilización de su “tercer ojo”, una especie de parche constituidos por células fotosensibles, como compás que les permite mantener permanentemente su ubicación y jamás extraviarse, siempre guiados por la ubicación del sol.

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Esta especie de metamapeo provoca que un reptil conozca siempre su camino mientras navega por los desiertos, regiones semiáridas y tropicales, de todo el mundo. Su ojo parietal, funciona como una especie de brújula perfectamente calibrada con el sol, que invariablemente los guía con una precisión envidiada incluso por los más avanzados instrumentos de localización geoespacial.

Lo anterior fue confirmado por científicos de la Universidad de Ferrara, en Italia, quienes tras una serie de experimentos pudieron comprobar la teoría conocida como del “tercer ojo como compas”.

Los humanos también contamos con este tercer ojo, o ojo parietal, como se conoce en el argot médico. Sin embargo, en nuestro caso, esta cubierto por nuestro cráneo por lo que sus cualidades se matizan bastante, y si bien es esencial para el procesamiento espacial de nuestro cerebro, no nos sirve como brújula.

Desde hace miles de años existen meditaciones y ejercicios para trabajar la revelación de nuestro tercer ojo. Esta es una práctica popular en algunas religiones orientales y en ciertas técnicas como el despertar del Kundalini o la activación de la glándula pineal. La consecuencia de esto pueden ser aptitudes místicas que se revelan en aquel que logra trabajar realmente su ojo parietal.

En Pijama Surf te invitamos a que trabajes tu tercer ojo para navegar entre las olas plateadas de información sin extravíarte jamás…

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