La guardia nacional boliviana anunció la muerte de tres personas, y la detención de dos más, mediante un operativo para frustrar un plan que aparentemente contemplaba el asesinato del presidente Evo Morales y de cuatro de sus ministros.
Según versiones oficiales se trata de mercenarios instruidos para llevar a cabo el magnicidio. El tiroteo, que duró alrededor de 30 minutos tuvo como escenario a un hotel de la capital boliviana.
Los primeros informes apuntan a que dos de los tres sujetos abatidos son ciudadanos húngaros o irlandeses, aunque las versiones oficiales se han contradicho y aún sigue confusa la información al respecto.
En caso de que efectivamente se tratará de un complot orquestado para eliminar a Evo Morales, esto podría calentar los ánimos en la región, ya de por sí ensalzados por las corrientes opuestas (“izquierda” y “derecha”) que se reparten la administración política de las naciones latinas.
Sin embargo, tampoco puede descartarse que se trate de una amañada estrategia mediaticopolítica que sirva cómo argumento a Evo, Chávez, y compañía, para justificar futuras decisiones radicales en sus respectivos gobiernos.
Morales, quien se encuentra en Venezuela para participar en la VII Cumbre del ALBA (la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) declaró a los medios: