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La crisis en el crédito aúnada a la era digital podría significar una oportunidad para crear sistemas de moneda locales, en los que el dinero sería algo como un software escrito por nosotros mismos

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El Maverick de los nuevos medios, Douglas Rushkoff, con su alta fidelidad para surfear las tendencias del pensamiento contemporáneo se ha dedicado últimamente a estudiar la crisis financiera y los nuevos modelos económicos, sin duda el tema de nuestro días. Y como reza el sobre-recurrido, pero cierto, dicho popular: la crisis es el tiempo de la oportunidad.

Según Rushkoff el hecho de que los bancos dejen de proveer el crédito para los negocios puede ser en el mediano plazo algo liberador. Porque esto podría hacer que los negocios en contacto con el “mundo real y las personas reales” busquen nuevos mecanismo de crédito y desarrollen monedas locales fincadas en valores de producción reales.

“Una vez que aceptemos el hecho de que el dinero y los bancos a los que nos hemos acostumbrado a usar no son los único medios de generar capital, liberaremos a nuestros negocios y a nosotros mismo de la industria financiera que ha disfrutado de un monopolio sobre el comercio demasiado tiempo”…

La diferencia esta en crear valor en vez de ganar dinero, regresar a la solidez del producto de la que Marx advertía se alejaba el Capitalismo, al eterealizar los bienes.

Según Rushkoff el sistema actual tiene su origen en el Renacimiento, cuando las monarquías declinantes se protegieron de la superior riqueza de la burguesía mercante, asignándoles monopolios supervisados, en los que, al otorgarles exclusividad sobre una región particular los monarcas recibían su lealtad y una porción de sus ganancias. Es bajo este modelo que se empezaron a redactar leyes que favorecían a estas compañías protegidas, tales como las que impedían a los habitantes de ciertas colonias crear valores por sí mismos. Al hacer ilegal la moneda local, los monarcas podían obligar al pueblo a usar su propia y más cara “moneda del reino”. En vez de ganarse su existencia este dinero era prestado hacia su existencia.

De esta forma desaparecieron las monedas de cambio locales, que según Rushkoff , habían creado la bonanza que permitió construir las catedrales europeas como inversión al futuro, para las poblaciones locales (ya que éstas producían una derrama económica de turismo). O que habían hecho que las mujeres en Inglaterra fueran más altas de lo que son hoy.

Este sistema financiero desembocó en la crisis actual “donde se extrae más valor en cada nivel del que los negocios pueden producir. El capitalismo fantasmógorico, una especie castillo de Kafka vendiendo éter donde “simplemente hay demasiadas instituciones y demasiados prestamistas, a ser pagados”.

Pero según Rushkoff el futuro es brillante si lo “que muere no son los negocios en si, sino el parásito financiero” y ya sin el paso del capital no-productivo nos damos cuenta que:

“Los dineros son programados. Se comportan de cierta forma porque se les ha codificado con ciertos patrones de conducta. La crisis crediticia de hoy, por ejemplo, no es más la culpa de banqueros particulares que del patrón subyacente de las monedas centralizadas y monopolizadas que usamos. Al menos esa es la opinión de un número creciente de ciudadanos (Rushkoff da varios ejemplos de implementaciones de monedas locales que se están llevando a cabo en estos momento con éxito).

“Donde la disponibilidad de la imprenta fomentó la falsificación de monedas oficiales, la disponibilidad de las computadoras y las redes esta fomentando la creación de monedas nuevas. Estamos probando que es más adecuado tratar nuestro dinero como software y programarlo nosotros mismos”.

Tal vez otra forma de decirlo sería: hay que escribir nuestra propia ficción financiera y volverla un producto tangible.

Think small. Buy local. Make friends. Print money. Grow food. Teach children. Learn nutrition. And if you do have money to invest, put it into whatever lets you and your friends do those things. Douglas Rushkoff

Vía Reality Sandwich: Program your own Money

Más información:

Douglas Rushkoff on the Economic Crisis