"La sociedad industrial y su futuro", el manifiesto anarquista del Unabomber, ¿inspiración para Luigi Mangione?

En 1995, el manifiesto La sociedad industrial y su futuro, firmado por el notorio "Unabomber" Ted Kaczynski, irrumpió en la opinión pública con una crítica feroz contra la tecnología moderna y su impacto en la sociedad. Este texto, que mezcla filosofía política, ecología radical y psicología social, ha mantenido su vigencia en algunos círculos, particularmente entre quienes ven el sistema industrial como una amenaza para la libertad humana. Aunque su publicación inicialmente surgió bajo la sombra del terrorismo, su contenido continúa siendo debatido, reinterpretado y, en ocasiones, idolatrado.

Un caso reciente que reactiva la discusión sobre este manifiesto es el del joven Luigi Mangione, acusado de asesinar al CEO de UnitedHealthcare, Brian Thompson. Mangione calificó el texto de Kaczynski como "revolucionario" en su perfil de Goodreads, destacando su aparente coherencia al señalar cómo las estructuras industriales priorizan sus intereses sobre las necesidades humanas. Esto plantea una inquietante pregunta: ¿por qué un libro escrito hace décadas aún encuentra eco entre las generaciones actuales?

La crítica a la tecnología y el "progreso"

Kaczynski argumenta en su manifiesto que el progreso tecnológico, lejos de liberar a la humanidad, ha reducido la autonomía individual, atado a las personas a sistemas industriales complejos y generado una alienación masiva. Según él, las herramientas tecnológicas no son neutrales; llevan implícito un modelo de control que favorece a quienes tienen el poder de diseñarlas y administrarlas.

En un mundo donde la tecnología domina las relaciones sociales, económicas y políticas, estas ideas resuenan con quienes se sienten atrapados en la maquinaria del capitalismo tardío. Para Mangione, según sus reseñas y escritos, esta crítica podría haberse traducido en un odio directo hacia instituciones como las aseguradoras, vistas como símbolos del sistema que Kaczynski condenó.

El problema de la violencia como "medio"

Quizás el aspecto más polémico del manifiesto de Kaczynski es su defensa implícita de la violencia como herramienta revolucionaria. Aunque el texto no da instrucciones específicas, su autor justificó los atentados que cometió como una forma de atraer atención hacia su mensaje. Esta narrativa radical, que confunde límites entre resistencia y terrorismo, ha servido como inspiración para individuos como Mangione, quien habría adoptado una visión similar para justificar su ataque contra Thompson.

En su reseña de Goodreads, Mangione describió el texto como "una invitación a la acción", subrayando la relación entre la crítica estructural y el activismo directo. Esto nos recuerda cómo las ideas, incluso las filosóficas, pueden interpretarse de maneras que escapan al control de sus autores.

Asimismo Mangione señala que muchas de las predicciones de Kaczynski sobre la sociedad moderna han resultado sorprendentemente acertadas, lo que lo lleva a reevaluar la percepción común del autor como simplemente "un loco ludita".

 

A la letra, la reseña dice:

Claramente escrito por un prodigio de las matemáticas. Se lee como una serie de lemas sobre la cuestión de la calidad de vida en el siglo XXI.

Es fácil descartar rápidamente y sin pensar esto como el manifiesto de un lunático, con el fin de evitar enfrentar algunos de los problemas incómodos que identifica. Pero simplemente es imposible ignorar cuán acertadas resultaron muchas de sus predicciones sobre la sociedad moderna.

Fue un individuo violento —justamente encarcelado— que mutiló a personas inocentes. Mientras que estas acciones tienden a caracterizarse como las de un ludita loco, en realidad son más precisamente vistas como las de un revolucionario político extremo.

Un comentario que encontré en línea y que me parece interesante dice lo siguiente:

"Tuvo las agallas de reconocer que las protestas pacíficas no nos han llevado absolutamente a ningún lado y, al final del día, probablemente tenga razón. Los barones del petróleo no han escuchado a ningún ambientalista, pero le temieron a él.

Cuando todas las demás formas de comunicación fallan, la violencia es necesaria para sobrevivir. Puede que no te gusten sus métodos, pero al ver las cosas desde su perspectiva, no es terrorismo, es guerra y revolución. Las compañías de combustibles fósiles suprimen activamente cualquier cosa que se interponga en su camino y, en una generación o dos, comenzarán a costar vidas humanas en magnitudes cada vez mayores hasta que la Tierra no sea más que una bola de fuego girando alrededor del tercer planeta desde el Sol. La protesta pacífica es completamente ignorada, la protesta económica no es posible en el sistema actual, así que, ¿cuánto tiempo pasará hasta que reconozcamos que la violencia contra aquellos que nos llevan a tal destrucción está justificada como defensa propia?

Estas compañías no se preocupan por ti, ni por tus hijos, ni por tus nietos. No tienen ningún reparo en destruir el planeta por dinero, así que ¿por qué deberíamos nosotros tener reparos en destruirlos a ellos para sobrevivir?

Somos animales, al igual que cualquier otro en este planeta, excepto que hemos olvidado la ley de la jungla y nos inclinamos ante nuestros señores como ningún otro animal lo haría, reconociendo la amenaza y luchando hasta la muerte por su supervivencia. "La violencia nunca resolvió nada" es una frase dicha por cobardes y esclavos."

¿Por qué este libro sigue siendo relevante?

La vigencia de La sociedad industrial y su futuro radica en su capacidad para conectar con la frustración de quienes se sienten alienados por el sistema actual.

En un mundo donde la automatización desplaza trabajos, las redes sociales moldean la psicología colectiva y los intereses de las grandes corporaciones suelen imponerse avasalladoramente sobre el bien común, el libro de Kaczynski ofrece una narrativa estructurada que denuncia las raíces de estos problemas.

Un llamado a la reflexión, no a la acción violenta

La sociedad industrial y su futuro nos invita a reflexionar sobre el costo humano del progreso tecnológico, pero también nos obliga a cuestionar las respuestas que damos a estas preguntas. ¿Es posible imaginar una transformación social sin recurrir a la violencia? ¿Cómo podemos abordar los problemas que Kaczynski denuncia sin caer en los mismos errores que él cometió al plantear su crítica?

El caso de Luigi Mangione es un recordatorio de que las ideas tienen consecuencias, y de que la interpretación de un texto puede llevar a conclusiones inesperadas: habent sua, fata libelli, los libros encuentran su destino.

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