Con un Himno a Apolo se clausuran los Juegos Olímpicos de París 2024

En un evento que une lo ancestral con lo contemporáneo, la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de París 2024 presentó una reinterpretación moderna del Himno de Apolo, una pieza musical que tiene sus raíces en la antigua Grecia. Esta presentación no solo cerró con broche de oro el evento deportivo más importante del mundo, sino que también subrayó el profundo vínculo cultural entre Francia y la antigüedad clásica.

El Himno a Apolo, originalmente compuesto hace más de dos mil años, es uno de los pocos ejemplos de música griega antigua que han sobrevivido hasta nuestros días. Este himno, dedicado al dios Apolo, divinidad de la música, la poesía y las artes, se ha convertido en un símbolo de la perfección artística que los griegos buscaban en todas sus expresiones culturales. Durante la ceremonia de clausura, la versión francesa del himno fue ejecutada con una mezcla única de respeto por la tradición y un enfoque contemporáneo, mostrando cómo la música clásica sigue siendo relevante en la cultura moderna.

Los encargados de dar vida a esta pieza fueron el tenor Benjamin Bernheim y el pianista Alain Roche. ambos de nacionalidad francesa. Conocido por su versatilidad y la pureza de su voz, Bernheim logró una interpretación que equilibró la majestuosidad del himno original con un toque moderno, adecuado para una audiencia global del siglo XXI. Por otro lado, Roche sorprendió por realizar su interpretación en un piano completamente suspendido en el aire, en posición vertical.

La elección de reinterpretar el Himno a Apolo en la clausura de los Juegos Olímpicos de París 2024 no fue casual. Esta versión en particular proviene de un canto griego descubierto en Delfos en 1893 por la Escuela Francesa de Atenas. Esta obra fue originalmente hallada grabada en una de las losas de mármol del "Tesoro de los Atenienses", un monumento dedicado a las ofrendas votivas que los atenienses realizaron al oráculo de Delfos.

La pieza, cuyo texto invoca a las Musas —hijas de Zeus— y a Apolo, dios de las artes, del canto y de la música, fue después armonizada por Gabriel Fauré, con ayuda de los filólogos Henri Weil (quien tradujo el texto griego) y Théodore Reinach; además cabe mencionar el nombre de Eugène d'Eichthal, autor de la versificación en francés del himno.

Esta versión no solo revitalizó el himno, sino que también lo convirtió en un emblema cultural de la época, actuando como una especie de "embajadora" de los descubrimientos arqueológicos. La obra fue interpretada por primera vez en 1894, durante un congreso celebrado en París a fin de realizar los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna, los cuales se llevaron a cabo diez años después en Atenas.

Dieu dont la lyre est d'or,
O fils du grand Zeus!
sur le sommet de ces monts neigeux
Toi qui répands sur tous les mortel
d'infaillibles, d'éternels oracles,
Je dirai comment tu conquis le trépied fatidique,
gardé par le dragon,
Quand de tes traits tu mis en fuite
l'affreux reptile aux replis monstrueux.

O Muses de l'Hélicon aux bois profonds,
Filles de Zeus retentissant,
Vierges aux bras glorieux,
Venez par vos accents charmer le dieu Phébus,
votre frère à la chevelure d'or,
Le dieu qui sur les flancs du Parnasse,
Parmi les belles Delphiennes,
Sur la roche à double cime,
monte ver le cristal pur
Des eaux de Castalie, 
O muses formez le choeur autour du dieu prophète.  

Dios cuya lira es de oro,
¡Oh hijo del gran Zeus!
en la cumbre de estos montes nevados
Tú que derramas infalibles
infalibles, eternos oráculos,
contaré cómo conquistaste el fatídico trípode,
custodiado por el dragón,
cuando con tus golpes pusiste en fuga
al horrendo reptil con sus monstruosos pliegues.

 

Oh Musas de Helicón,
Hijas del resonante Zeus,
Vírgenes de brazos gloriosos,
venid a encantar al dios Febo con vuestras palabras,
vuestro hermano de cabellos dorados,
El dios que en las laderas del Parnaso,
Entre los bellos Delfos,
En la roca de dos picos,
sube al cristal puro
De las aguas de Castalia, 
Oh musas, formad el coro en torno al dios profeta.  

Cabe agregar que para la clausura, la composición de Fauré tuvo un arreglo por parte del compositor Victor Le Masne, quien le dio una nueva orquestación, la abrevió y le dio más pausias tanto para el intérprete vocal como para el pianista.

Sin duda la elección del Himno de Apolo en un evento tan emblemático como la clausura de los Juegos Olímpicos es un testimonio del poder de la música para trascender el tiempo y el las circunstancias.

La interpretacióm de Bernheim y Roche se puede escuchar en este video a partir del minuto 10:44.

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