¿Sustancias antes prohibidas se usarán como tratamiento psicocurativo?

La MDMA es una de las sustancias psicoactivas más beneficiosas del mundo y una de las que casi siempre provoca una sonrisa secreta en sus consumidores. Compuesto difamado e incomprendido, a menudo calumniado por unos medios de comunicación siempre ansiosos por contar historias para asustar a los padres. En realidad, la MDMA es una oveja con piel de lobo. Un ángel representado con cuernos. Es una sustancia química exótica con un devoto grupo de seguidores esotéricos y sus beneficios son un secreto a voces bien guardado. De hecho, cuanto más nos acercamos a la MDMA, mejor nos parece.

Son estas palabras con las que el autor y psicoterapeuta Charley Wininger intenta limpiar la imagen, no solo de una droga como la “metilendioximetanfetamina” o MNMA, sino de un estado, un acceso mental a otra manera “feliz” de parar ante la vida. Parte de su libro Escuchando el éxtasis: el poder transformador del MDMA, y parte también de una lucha por defender efectos como derechos, sensaciones de euforia, intimidad y tranquilidad. 

También conocida como “molly”, algo como el éxtasis solo se asoció por décadas a pistas de baile durante la era rave. Un químico rebelde como sus defensores, quienes, ya desde la década de los ochenta, han buscado incansablemente despertar a la sociedades y a los investigadores de un largo prejuicio que ha limitado posibilidades psicoterapéuticas.

La MDMA puede reducir los niveles de ansiedad y convertirse en un tratamiento contra trastornos mentales. Han generado interés investigaciones sobre su uso para reducir el estrés postraumático o tendencias suicidas en grupos demográficos como los veteranos.  

Se le denomina éxtasis ya que recuerda a una surte de arrobo, produciendo pérdida de la timidez, una sensación de alegría absoluta e hiperactividad. No hay que pasar por alto que su uso prolongado puede tener efectos adversos, como neurotoxicidad y deterioro cognitivo. Y, sin embargo, sigue un esfuerzo que ha durado décadas por trasformar, tanto a la MDMS en un recurso curativo bien estudiado, como a la opinión del público en general que ha tenido o no contacto con esta droga, jueces, legisladores y medios de comunicación.

Existían esperanzas por abrir un camino para la MDMA medicinal este verano 2024, siendo una triste sorpresa para sus apologistas que, en el caso de los Estados Unidos, la FDA, Food and Drug Administration, rechazó la posibilidad de sacar el uso de esta sustancia de la clandestinidad y criminalización, convertido en un tratamiento de salud mental.

Esta organización reguladora sigue sin confiar en la metodología de los ensayos, con posibles sesgos y supresión de datos. Sin duda, un punto de inflexión en la política sanitaria de los Estados Unidos, que ha afectado al mundo entero por medio siglo.

Se convierta o no en un tratamiento legal a corto plazo, aquellos a quienes ha beneficiado molly, casi como una amiga en grandes momentos de gozo y autodescubrimiento, están seguros de que ya es irreversible que abandonemos, tarde o temprano, las secuelas de una larga lucha antidrogas. Esta retraso puede servir para estar más preparados sobre cómo usar algo tan poderoso en nuestro favor y de manera sutil. Como advirtió el filósofo Alan Watts:

Todo placer, sea cual sea, implica un método para fundamentarlo e integrarlo con todo lo demás. Y, por lo tanto, si hay formas de alcanzar lo que potencialmente es el mayor deleite de todos, la sensación de trascender el abismo entre el individuo y el universo eterno, si uno se apropia de eso y tiene esa experiencia, y no hace nada con ella y no está debidamente preparado para ello, es probable que se meta en el mismo tipo de problemas que tendría por el uso insensible de cualquier cosa placentera. Y es por esa razón, entonces, que es muy cierto decir que las sustancias psicodélicas, los químicos derivados de las plantas divinas, son peligrosas. No hay duda al respecto.

 

Imagen de portada: sonrisa MDMA, Los andes.

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