Un inframundo oculto bajo la pirámide de la Luna de Teotihuacán

Teotihuacán fue una de las urbes más imponentes del Altiplano Central de México, y más influyentes en toda Mesoamérica. Los misterios sobre su desaparecida sociedad y los propósitos de sus edificios también se extienden dentro de la ciudad no excavada y congelada en el olvido. Desde el año 2017 se han sucedido los hallazgos de cavidades subterráneas, algunas de 15 metros de diámetro, y de varios túneles a unos ocho metros de profundidad.

¿Qué secretos esconden las entrañas de su arquitectura? El caso de la pirámide de la Luna es en extremo importante, ya que esta estructura marca el límite norte de la denominada “calle de los Muertos”, siendo el elemento más notorio de la homónima “plaza de la Luna”. Su alta carga simbólica es la de un edificio que, rodeado por otros trece basamentos con las típicas características arquitectónicas teotihuacanas, todos anteriormente pintados, permitía un ambiente ceremonial inmejorable para los antiguos rituales públicos.

¿Qué secretos protege el silencio de la pirámide de la Luna? Con cuarenta y tres metros de altura, desde hace varios años han sido continuas las publicaciones arqueológicas que teorizan sobre lo que pueda esconder debajo de la superficie. Siendo la estructura más alta del complejo de Teotihuacán, su interior probablemente tenía una importante función o un significado complejo. Se especula que pudo ser, tanto una recreación del mundo primigenio o del inframundo lleno de agua, como un conveniente depósito para ofrendas.

Las excavaciones iniciales revelaron una serie de túneles artificiales debajo de esta pirámide y de sus pares vinculadas al Sol y al dios Quetzalcóatl. Los arqueólogos piensan que estos pasadizos empezaron a hacerse para obtener materiales de construcción destinados a estructuras superiores, reutilizados más adelante para la astronomía o para la posible emulación del inframundo. Empleando técnicas geofísicas no invasivas, fueron especialistas del INAH y de la UNAM quienes identificaron un vacío que se corresponde con una gran cavidad debajo del edificio mayor, así como algunos túneles de acceso.

Hace tres décadas se pensaba que la cueva que se halla bajo la pirámide de la Luna se había formado enteramente de modo natural, convirtiéndose con el tiempo en un foco para los primeros pobladores de la zona de Teotihuacán, al nordeste de la Ciudad de México. Sin embargo, los estudios más recientes han demostrado que el túnel principal es artificial y, aparentemente, hizo parte del eje de la construcción de la urbe mesoamericana.

Especialistas, tanto de la Facultad de Ingeniería, como del Instituto de Geofísica de la UNAM, afirman que el túnel en la pirámide de la Luna podría asociarse con un sistema de cuevas. Su parte natural tiene veinte metros de ancho y quince de profundidad, con una boca orientada hacia el Cerro Gordo, una montaña de carácter sagrado, algo que hace pensar en una relación simbólica. Incluso este espacio vacío posiblemente sirvió como lugar de descanso de los gobernantes teotihuacanos, todas posibilidades que siguen en un terreno especulativo.

La importancia de este entramado que conecta o de estas entrañas que comparten naturaleza y despliegue cultural, de este misterio disfrazado de abandono bajo la pirámide de la Luna hace parte de la ideología cósmica teotihuacana y de la profundidad que es México.

 

Imagen: pirámide de la Luna, Teotihuacán, MXCity.

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