En el mundo del arte existe una forma de expresión que combina elementos del teatro y la pintura conocida como "tableau vivant". Literalmente traducido del francés como "cuadro viviente", esta práctica artística ha capturado la imaginación de muchos a lo largo de los siglos, ofreciendo una ventana única a la creatividad humana. Pero, ¿qué es exactamente un tableau vivant y cuál es su relevancia en la historia y la práctica artística contemporánea?
El tableau vivant tiene sus raíces en la tradición de los cuadros escénicos del siglo XIX, aunque su origen puede rastrearse hasta el Renacimiento. Durante este período, las representaciones estáticas de escenas bíblicas, mitológicas y literarias eran populares en las festividades cortesanas a manera de entretenimiento. Estas representaciones permitían a los espectadores admirar la belleza y la composición de una escena que parecía haber cobrado vida, aunque los participantes permanecieran inmóviles.
En el siglo XIX, los tableaux vivants ganaron popularidad Europa y también en ciertas zonas de las colonias en América. Eran presentados en diversos contextos, desde grandes salones aristocráticos hasta teatros, ferias populares y reuniones de la burguesía local. Estas actuaciones solían ser elaboradas y meticulosamente planeadas, involucrando a actores que posaban sin moverse, a menudo durante largos periodos, para recrear pinturas famosas, escenas históricas o episodios literarios. Los tableaux vivants no sólo eran apreciados por su valor estético, sino también por su capacidad de educar e inspirar a través de la recreación visual de importantes obras de arte y momentos históricos.
Como podemos notar, un tableau vivant se distingue por su naturaleza estática. A diferencia del teatro tradicional, no hay diálogo ni movimiento entre los participantes una vez que han tomado sus posiciones. La iluminación, el vestuario, la escenografía y los detalles minuciosos de la postura y la expresión son esenciales para transmitir la esencia de la escena. El objetivo es capturar la esencia de una pintura o una escena narrativa, creando una ilusión de vida congelada en el tiempo.
El proceso de creación de un tableau vivant es riguroso. En su forma tradicional, los participantes deben mantener la inmovilidad absoluta, lo que requiere una gran disciplina y resistencia. Además, la composición y la coordinación son cruciales. Cada detalle, desde la expresión facial hasta la disposición de las manos, contribuye a la fidelidad y la autenticidad de la representación.
Aunque el auge de los tableaux vivants se dio en el siglo XIX, esta forma de arte ha mantenido su relevancia y continúa siendo explorada en la cultura contemporánea. En el ámbito del performance, muchos artistas han reinterpretado y adaptado la tradición del tableau vivant o algunos de sus elementos para abordar temas modernos y críticos. Estos performances pueden encontrarse en galerías de arte, espacios públicos y festivales, donde capturan la atención del público a través de su mezcla única de teatralidad y artes visuales.
Además, los tableaux vivants han encontrado un nuevo hogar en la cultura popular y los medios digitales. La fotografía y el cine han adoptado elementos de esta técnica, utilizando composiciones estáticas y cuidadosamente elaboradas para crear imágenes impactantes y narrativas visuales. Incluso en las redes sociales, algunos creadores de contenido han experimentado con la idea de "congelar" momentos de la vida real en fotos o videos que emulan la estética del tableau vivant. El video a continuación resume algunas escenas en películas célebres que, por su imitación casi exacta de ciertas pinturas, podrían considerarse usos contemporáneos de la técnica del tableau vivant:
Asimismo, cabe recordar que, como recurso humorístico, la alusión al tableau vivant también se encuentra en The Office, en donde de hecho se le retoma en su propósito original de entretenimiento:
(A partir del minuto 1:36)
Por último, cabe mencionar que en la inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024 la técnica del tableau vivant también se utilizó, a decir de muchos, para representar la celebérrima "La última cena" de Leonardo da Vinci, aunque el historiador Walther Schoonenberg, con mejor ojo, sostiene que la pintura aludida es "El festín de los dioses" del pintor holandés Jan van Bijlert:
Inauguración de los Juegos Olímpicos de París, 2024
Jan van Bijlert, 'El festín de los dioses' (1630)
A decir, de Schoonenberg, en la obra del pintor holandés se puede observar a dioses del panteón grecolatino como Apolo (al centro, distinguible por el resplandor en torno a su cabeza), Baco (a punto de zamparse un racimo de uvas), Pan (el de las patas de macho cabrío), Poseidón (con su tridente), Ares (el dios marcial) y Venus que sostiene a Eros (éste último en su representación como niño alado). En la escena de van Bijlert, la perspectiva de este banquete de los dioses es prácticamente la misma que en la icónica Cena de Leonardo: un plano frontal que muestra a los comensales sentados a la mesa que, desde esa posición, se ofrecen de lleno al hipotético espectador del cuadro.
Si bien la observación de Schoonenberg es posible, quizá cabría encontrar más bien una semejanza en la disposición de los personajes en las tres obras involucradas: la de Leonardo, la de van Bijlert y la de los Juegos Olímpicos. Dado que "La última cena" es, por mucho, la obra más conocida y gracias a su reproducción masiva se ha convertido en un icono cultural y aun en un cliché, no por ello la escenificación en los Juegos Olímpicos la tomó necesariamente como referencia. Dicho de otra manera: la reproductibilidad técnica de la que habló Walter Benjamin ha convertido más bien la pintura de Leonardo en una referencia obligada e incluso ineludible.