Los anillos de Saturno son en su mayoría trozos de hielo que varían en tamaño desde granos de polvo microscópicos hasta cantos rodados de varios metros de ancho. Las partículas del anillo quedan atrapadas en un acto de equilibrio entre la atracción de la gravedad de Saturno, que quiere atraerlas hacia el planeta, y su velocidad orbital, que quiere lanzarlas hacia el espacio. Las partículas diminutas pueden cargarse eléctricamente por la luz ultravioleta del Sol o por las nubes de plasma que emanan del bombardeo micrometeoroide de los anillos. Cuando esto sucede, las partículas pueden sentir el tirón del campo magnético de Saturno, que se curva hacia el planeta en los anillos de Saturno. En algunas partes de los anillos, una vez cargados, el equilibrio de fuerzas sobre estas diminutas partículas cambia dramáticamente y la gravedad de Saturno las empuja a lo largo de las líneas del campo magnético hacia la atmósfera superior.
Una explicación de la NASA sobre una de las formaciones más icónicas de nuestro sistema solar y de la astronomía, recreada en juguetes y en películas de ciencia ficción.
Increíblemente delgados, con una altura vertical que puede no rebasar el kilómetro de espesor, los siete anillos de Saturno son, sin embargo, visibles desde la Tierra debido a su extensión de casi trescientos mil kilómetros desde la superficie del planeta.
Están a solo dos años de distancia de perderse por un tiempo de nuestra vista, la antesala de una desaparición cósmica inevitable de acuerdo con las más recientes investigaciones.
En marzo del próximo año, 2025, los inmensos anillos de Saturno, el sexto planeta de nuestro sistema solar y el segundo más grande, dejaran todo alcance para nuestra perspectiva. Esta desaparición se trata de un efecto óptico cuando el también denominado “gigante gaseoso” se alinea de tal manera con la Tierra que la parte más delgada de los anillos se orienta directamente hacia nosotros. Este evento coincide con su equinoccio, mucho menos frecuente debido a una órbita alrededor del sol de cerca de 29.4 años terrestres.
Este fenómeno de desaparición completa tuvo lugar por última vez en septiembre de 2009. Se repetirá hasta octubre de 2038, todo lo contrario al futuro 2032, cuando Saturno estará posicionado de manera ideal para visualizar sus hermosos siete anillos. Un cada lapso de tiempo de entre trece y dieciséis años para esta inquietante ilusión óptica.
Compuestos por restos de cuerpos cósmicos deshechos por la intensa gravedad de Saturno, estos anillos tienen solo unos cien millones de años, lo que significa que son más jóvenes que su planeta e, incluso, que muchos dinosaurios. De acuerdo con Burkhard Militzer, profesor de la Universidad de Berkeley, se formaron debido a una luna hoy faltante.
A la característica más distintiva de Saturno le pasará algo más que perderse de vista por un tiempo. Gracias a las sondas espaciales Voyager 1 y 2, recientes investigaciones de la NASA de 2018 sugieren que esta está en peligro de desaparecer completamente en los próximos trescientos millones de años, absorbida poco a poco por la gravedad.
Impresionante para los científicos y lamentable para los amantes de la astronomía que vean muy hacia el futuro, es relativamente rápida la erosión de estos anillos, algo de acuerdo con una actualización de la Universidad de Reading del año pasado, 2023. Cuando llegue, tampoco estaremos aquí ni algunos de nuestros descendientes más difíciles de imaginar. Sin embargo, gracias a esta desaparición momentánea dentro de unos meses. sí que es posible hacerse una idea de cómo se verá nuestro hermano gigante y cómo pudo ser su impresionante origen, el Omega y el Alfa que hoy parecen atrapados en los anillos de Saturno.