El hemisferio norte llega oficialmente al verano. El término “solsticio” es una combinación de las palabras latinas “ sol” y “sistere”, quedarse quieto. Es decir, el punto donde nuestro astro rector parece estabilizarse en su punto celestial más alto o más bajo.
Los solsticios ocurren en junio y diciembre, señalando el comienzo, o del invierno, o del verano. En el norte del planeta, empieza la estación más calurosa y el día de mayor iluminación. En las regiones más septentrionales de la Tierra pueden transcurrir días o semanas sin que el sol se ponga detrás del horizonte. Exactamente lo contrario que en la Antártida, cubierta de oscuridad por un período de tiempo comparable.
El solsticio de verano varía de país a país, por ejemplo: en México tendrá lugar el viernes 21 de junio a las 21:32 horas del tiempo del centro. En España ocurrirá a las 22:51 del jueves 20 de junio. En Colombia se dará el día 21 a las 3:50 pm. Totalmente distinto a otros países latinoamericanos como Argentina o Uruguay, que por estar en el hemisferio sur, su solsticio será de invierno, ocurriendo el 20 de junio a las 5:50 de la tarde.
En el momento del solsticio de verano en el hemisferio norte, su polo se encuentra inclinado unos 23,4° hacia el sol, y debido a que sus rayos del sol se desplazan hacia el norte en la misma cantidad, los rayos verticales del mediodía están directamente sobre el Trópico de cáncer 23°27. Seis meses después, el polo del hemisferio sur estará inclinado unos 23,4° hacia el astro rey. En este día del solsticio de verano en el hemisferio sur, los rayos verticales del Sol avanzan hacia su posición más al sur, el Trópico de Capricornio 23°27.
Cuando la inclinación pronunciada del eje planetario se combina con la variación de la distancia a nuestra estrella, los planetas pueden experimentar cambios estacionales pronunciados. Como en Marte, las estaciones duran de media el doble que en la Tierra.
De acuerdo con el Museo Real de Greenwich, en distintas zonas del mundo, sobre todo en las naciones nórdicas, el solsticio se ha convertido en festividades culturales. Se trata de un estadio donde desaparece lo cotidiano, el tiempo descansa un momento y parece solo dominar la luz, la conciencia de estar viviendo.
En el Reino Unido, la gente sigue encontrándose en el círculo de piedra de Stonehenge, un lugar de antiguos druidas ligado a la celebración del movimiento aparente del Sol, basado en la salida de la primera luz el día del solsticio. Pero hay muchos más ejemplos en todo el mundo, por ejemplo, la noche de Kupala en los países de Europa del este, las fiestas de San Juan en España y los fuegos del solsticio en el Tirol. Pero la más llamativa, aunque formando parte de un recuerdo, sería el “Inti Raymi”, la conmemoración del dios sol en el antiguo Perú.
Como dice un fragmento del poema El solsticio del escritor Tomás Segovia:
Ya está tendido el lecho espeso del verano
Su pesada yacija sus sábanas con bruma
Sus grandes toldos de sopor su cielo con legañas
La tarde se emborracha de rumores
Cruzamos borbotones asfixiantes en pleno aire emboscados
De fermentos dulzones y fiebres exhaladas
El mundo saturado digiere torpemente sus bocados de horas
El tiempo está ahíto de tiempo
Todo va a bascular oa llamar para siempre
La tierra lucha con su propio peso
Se debate gimiendo por liberarse de su plenitud.
Es el vasto solsticio
La hora de gloria para el sol triunfante
El imperio diurno extiende sus dominios
A gastos de la noche
El empuje del día quiere cubrirlo todo.
Su hálito ardiente abrasa las guaridas de sombra
La noche está infiltrada de dulzura diurna.
Todo será en el mundo medio día...
Imagen de portada: solsticio de verano, National Geographic.