Cada vez más en América Latina encontramos abrumadoras votaciones en favor de una coalición de gobierno: Daniel Ortega en Nicaragua, Javier Milei en Argentina, Nayib Bukele en El Salvador, etcétera. ¿Es el azar? Las nociones de "dictaduras" o "populismos de extrema derecha" no me significan mucho. Son coaliciones que han llegado al poder mediante procesos institucionales.
La última sorpresa se ha dado con Claudia Sheinbaum en México. Con 59% de las preferencias en las elecciones presidenciales, no faltan razones para explicar por qué la mayoría ha entregado a MORENA, además de la Presidencia y siete gubernaturas de nueve en disputa, el derecho de cambiar la Constitución.
¿Fueron los programas sociales? Sí. La pensión universal (aproximadamente 170 dólares al mes) que el gobierno actual implementó para algunos sectores de la población es para algunos una "limosna", pero para una sociedad tan pobre y desigual como la mexicana, cualquier cantidad de dinero sirve para comer, comprar zapatos o crea un sentido de porvenir.
¿Fueron los operadores controlados por las instituciones que dieron incentivos o presionaron a los votantes? Sin duda, como siempre ocurre en algunas zonas, especialmente entre las más marginadas.
Puede afirmarse: "elección de Estado", pero esa alegórica expresión descalifica la voluntad de las personas que votaron por continuar (real o imaginariamente) con la «Cuarta Transformación», además de que sirve muy poco a la oposición política que debe reaccionar, ejercer la autocrítica y acabar con sus líderes corruptos que ya habían perdido la confianza de la mayoría desde hace años.
Ya sabemos que toda coalición de gobierno busca dominar para llevar a cabo sus políticas públicas, sin embargo, ningúna se mantiene firme con el tiempo sin una oposición saludable.
Entre las mayores dudas para la coalición de MORENA destacan ahora las capacidades de Sheinbaum para enfrentar el crimen organizado –crecientemente mundial– y su propio carisma que contrasta con el del actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. También el caudillismo regional y las presiones crecientes en Estados Unidos, comerciales y de política migratoria. No es menor la necesidad de una reforma fiscal, indispensable para el crecimiento del país y para las pensiones de una población que en 30 años tendrá más adultos mayores que jóvenes.
Entre la larga lista de peligros no es difícil poner de relieve, además, la tentación por la dominación absoluta o el aniquilamiento de la oposición política. En ese caso, los únicos contrapesos serán los mercados y los principales actores de la comunidad internacional.
Fernando Vizcaíno es investigador en el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autonónoma de México. Su libro más reciente es Resurgimiento y configuración del nacionalismo, publicado en coedición con Bonilla Artigas Editores en 2023.