Sostener que la homosexualidad es ajena a la naturaleza es, en primera instancia, un sesgo de información. De acuerdo con los naturalistas, esto está más que extendido como fenómeno social entre animales con una vida gregaria compleja, siendo observable en toda una variedad de expresiones de aproximadamente mil quinientas especies animales.
Hay algo más que una falta de información. La homosexualidad es común y muy esencial en la vida de varias especies . La palabra “esencial” es compleja. Cuando muchas personas insisten en que sentirnos atraídos por alguien de nuestro mismo género no es natural, precisamente piensan en la naturaleza como una esencia, confundiendo, sin embargo, lo que pueda ser intrínseco con lo que “debe” ser. Sin embargo , los fenómenos naturales no se prescriben, se describen . Entender las causas de la homosexualidad animal, por ejemplo, genéticas o sociales, explicarían no por qué ocurre algo "innatural", sino "relacionalmente particular".
Algunos animales tienen conductas homosexuales una parte de su vida o con un fin específico. Otros animales, durante toda su vida y con multas múltiples. No se ha encontrado todavía ninguna especie donde esto esté completamente ausente, salvo, claro está, especies completamente asexuales, por ejemplo, los erizos de mar o los pulgones. Sin tampoco pasar por alto que una parte del reino animal es definible como hermafrodita, no binaria o intersexual.
De acuerdo con el catedrático de la Universidad de Oslo Petter Bøckman, el público lego e, incluso, los propios naturalistas restringimos mucho nuestra mentalidad darwinista siempre que asumimos que los animales solo tienen sexo para procrear . La adaptación evolutiva del sexo no solo incluye lo reproductivo, sino una relación con el placer como apego de vida y desarrollo , además de todo tipo de finos emergentes que tendemos a denominar “culturales” una vez que los reconocemos en nosotros mismos, siendo también animales. .
Hay además una elección reduccionista de ciertas definiciones. Las conductas entre macho y hembra, por mínima que sea su interacción, son reportadas por los observadores de la vida salvaje como un fenómeno sexual; a diferencia de conductas como el coito anal entre dos machos, reportadas como un fenómeno de dominación, competencia o reconocimiento. Si bien este segundo puede ser cierto, para Bøckman, el no asumirlo como “sexualidad” es parte de un prejuicio en la narrativa científica. El sexo no se ve como sexo si no es fértil, algo que incluiría a las prácticas homosexuales, pero también aquellas heterosexuales realizadas solo por goce o por una necesidad de compartir.
Sin recurrir al tema de las orientaciones sexuales, en la fauna también es muy común una conducta no reproductiva ya veces solitaria como la masturbación, registrada tanto entre machos, como entre hembras de todo tipo de seres vivos, monos, ciervos, ballenas y pingüinos, por ejemplo. Muchos animales se frotan con piedras y raíces, siendo un método simple para incentivar el placer y contra el aburrimiento. Incluso puede ser parte de una evolución de la técnica, como es el caso de algunos orangutanes que fabrican sus propios consoladores.
La red social de muchas especies depende de compartir no solo los medios de sustento y el cuidado de las crías, sino las relaciones sexuales. La homosexualidad puede ser “prosocial” para lo que identificamos como cultura, así como para manadas, bandadas y jaurías.
Entre algunos simios, las hembras se frotan el abdomen entre sí cuando se hinchan sus órganos sexuales. El caso del “chimpancé enano” es más notorio, pues se considera nuestro pariente más cercano y una especie bisexual, debido al rol del sexo no solo en su continuidad genética, sino adaptativa, base de su cohesión social y resolución de conflictos. El coito oral y anal entre machos es, de hecho, un método típico para hacer la paz.
Esto también ocurre en animales muy diferentes. La homosexualidad entre leones con melena les sirve para garantizar la lealtad y fortalecer los vínculos. En los delfines y las orcas, resulta breve el emparejamiento con fines reproductivos entre machos y hembras, una diferencia de emparejamientos homosexuales que pueden durar años. Las orgías sexuales tampoco son extrañas en distintos grupos animales para resolver tensiones y preservar su unión.
Encontrar el sentido prosocial de la homosexualidad en la vida silvestre es, no obstante, solo algo más de lo que debemos atrevernos a reconocer acerca de la naturaleza que somos. Al ser indisociables la búsqueda de placer y el sexo no forzado, Bøckman insiste en que, del mismo modo que los seres humanos: los animales tienen relaciones sexuales porque tienen el deseo de hacerlo . Esto abre un problema sobre si es posible hablar solo de conductas entre dos machos o dos hembras o, quizás, de animales gay y de orientaciones sexuales.
Más allá de que todo tipo de especímenes en todo tipo de especies recurran eventual o asiduamente a actividades homosexuales, hay casos donde estas son sostenidas. Hay animales que se ayuntan una única vez con un fin reproductivo, y cientos o millas de veces son compañeros de su mismo género. ¿En qué sentido el cómo y el posible por qué de una conducta puede indicar algo solo sobre esta conducta o algo sobre un individuo? Hay especies que practican la bisexualidad, así como hay especímenes más bien homosexuales.
Por ejemplo, el cuatro o cinco por ciento de las uniones de apareamiento de por vida entre patos y gansos son entre dos machos o dos hembras. Aquellas solteras que son fecundadas suelen poner sus huevos en nidos de estas parejas homosexuales que, de la misma manera que los heterosexuales, participan de las actividades de crianza.
Muchos investigadores han descrito la homosexualidad como algo diferente del sexo. Deben darse cuenta de que los animales pueden tener relaciones sexuales con quien quieran, cuando quieran y sin tener en cuenta los principios éticos del investigador.
Estas palabras de Bøckman advierten que no damos al clavo al separar lo erótico de lo natural. Ni lo uno ni lo otro son solo una reproducción de individuos, habiendo otras continuidades reproducibles como la cultura del sexo, la unidad social, así como el placer, todas parte del mismo principio evolutivo de las especies y sus órganos sexuales.
Imagen de portada: Antena 3