¿Estamos donde está nuestro cerebro? No es que sea obvio o complejo dar una respuesta a esta pregunta, sino que es imposible decir cómo sería distinta la realidad si contestamos sí o no. No se vería distinto el mundo de ser verdadero uno u otro caso.
Hablar de espacialidad es engañoso. También de conciencia. Si esta está en el cerebro, entonces ¿no “está” en las cosas? De ser este el caso, ¿qué sería el cerebro entonces? Sabemos que ocupa un sitio como cosa. ¿Qué lugar ocuparía si este fuera el de la conciencia?
Neil Sinhababu, profesor de filosofía de la Universidad Nacional de Singapur, ha tratado de abrir la mente o el cerebro del público a nuevas intercesiones entre la ciencia y la filosofía de la mente, por ejemplo, sobre lo que se ve del espacio con el lenguaje.
Forma plural neutra del adjetivo latino “quālis”, el término “qualia” hace referencia a “un tipo de”, a una instancia particular de la experiencia. Se refiere a su existencia, y de manera indistinta a su calidad y singularidad. Al no hacer referencia a nada en específico, pueden ser algo como lo particular que es el miedo a hablar en público o lo negro que es un cielo sin estrellas. Por tanto, no solo hace falta demostrar si existe, sino definirlo mejor.
Hablar de qualia resulta algo no muy distinto de hablar de ideas platónicas o incluso de números. Por un lado, es difícil decir si estamos hablando de abstracciones, aunque, dicho de cierta manera, los qualia se “ven”, se “prueban” o se “tocan”, así como se ve "lo rosa" de una rosa o se siente "lo helado" de un helado. Pero por otro lado, no tenemos manera de decir si los qualia son “físicos” o si lo es alguna conexión que tengan con nuestros correlatos neuronales. Esto es lo mismo que preguntar si la mente ocupa un lugar físico o no.
Sinhababu piensa que recurrir a Albert Einstein es una buena manera de replantear cómo podría la mente ser espacial. Gracias al famoso físico germano estadounidense es posible concluir que la conciencia, física o no, no podría estar muy lejos del cerebro:
La conciencia está dentro de tu cabeza. “Adentro” se entiende aquí literalmente. Si estás en Dallas usando un sombrero, tu conciencia está en Dallas, debajo de tu sombrero.
La teoría de la relatividad postula que la relación entre movimiento y los momentos en que suceden las cosas cambia la ubicación de estos en el espacio-tiempo. Avanzar hacia algo lo adelanta y alejarse lo retrasado, aunque el movimiento solo es significativo a una velocidad cercana a la de la luz. La experiencia subjetiva de ver, probar o tocar algo está donde están eventos cerebrales que la constituyen o la causan de manera inmediata:
1 Si algo comparte un tiempo con un evento físico en todos los marcos de referencia, comparte la ubicación de ese evento físico.
2 Los qualia comparten tiempos con sus correlatos en todos los marcos de referencia.
3 Por lo tanto, los qualia comparten la ubicación de sus correlatos.
Si dos acontecimientos suceden simultáneamente en el mismo lugar, es imposible acercarse a uno y alejarse del otro. Esto asegura la simultaneidad en cualquier marco de referencia. Siempre que las causas tardan en tener efectos, una cadena intermedia de pasos ocupa todo ese tiempo intermedio. Un ejemplo de esa cadena intermedia de pasos:
Una canción podría hartarme hoy aunque me haya encantado oírla ayer, pero solo si mi cerebro es afectado con algo como haberla repetido una y otra vez.
¿La mente es física porque es espacial? No necesariamente. Pero lo importante a destacar es que, siguiendo a Sinhababu, suponiendo que los correlatos neuronales de la conciencia son el último paso causal antes de unos qualia físicos o no, tendrían que producirlos instantáneamente, porque así es como funcionan todas las causas que observamos.
Los qualia no están en lugar independiente ni en un lugar cero, un no lugar. Si no estuvieran en ninguna parte o si estuvieran apartados de sus correlatos, nuestros cerebros tendrían que causar instantáneamente cosas en ninguna parte o en un lugar independiente del mundo físico. Queda la pregunta de si la causalidad de estos correlatos pudiera ser cuántica, algo para lo que la física tampoco tiene todavía suficiente teoría y evidencia.
Imagen de portada: Revista Interalia