Trabajadores en Barcelona y otros puertos de Europa se rehúsan a transportar armas hacia Israel

En un acto de solidaridad profundamente esperanzador e inspirador, trabajadores de puertos en Barcelona y otras partes de Europa están levantando la voz y cruzando los brazos en un gesto de negativa a transportar armas hacia Israel. Esta acción colectiva, que resuena con la fuerza de la conciencia y la ética laboral, se está convirtiendo en un símbolo poderoso de resistencia en contra del conflicto que se libra en territorio palestino desde el 7 de octubre pasado.

En Barcelona concretamente, mil doscientos trabajadores de la Organización de Estibadores Portuarios de Barcelona (OEPB) han anunciado su negativa a prestar servicios a cualquier barco que transporte material de guerra a Israel o a cualquier otro país, en defensa de los derechos humanos. Esta iniciativa es parte de un movimiento internacional de protestas contra la guerra israelí en Gaza y demuestra el potencial de la clase trabajadora para intervenir políticamente de manera independiente y detener la guerra y el genocidio de los palestinos en Gaza.

Las instituciones involucradas en estas acciones son tan diversas como influyentes. En Grecia, el Frente Militante de Todos los Trabajadores (PAME) se ha hecho eco de la solidaridad con Palestina a través de protestas relámpago en el Aeropuerto Internacional de Atenas, desafiando abiertamente la guerra que describen como genocida en Gaza. En Bélgica, sindicatos de transporte como la Unión Belga de Trabajadores del Transporte (BTB), BBTK, ACV-Transcom y ACV Puls han anunciado su resolución de no cargar ni descargar armas en tránsito hacia Israel. En el Reino Unido, activistas de Palestine Action han bloqueado el acceso a la sede de Elbit Systems en Bristol, conocida por fabricar partes para drones israelíes. En Dinamarca, la Juventud Comunista de Dinamarca (DKU) ha bloqueado todas las entradas a la planta de Søborg de la compañía de armas danesa Terma, en protesta contra su venta de armas y equipos a las Fuerzas de Defensa de Israel.

Los trabajadores portuarios de Barcelona, en su declaración, expresaron que es su deber adherirse y defender la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Carta Magna, ya que los países signatarios las han olvidado y estos derechos fundamentales están siendo violados sistemáticamente en Palestina. "Decidimos dentro de la asociación no permitir que los barcos que contengan materiales de guerra operen en nuestro puerto, con el único propósito de proteger a cualquier población civil, independientemente de su ubicación, ya que no hay justificación para sacrificar civiles", afirmaron.

Los trabajadores portuarios de Barcelona han enfatizado que no quieren ser "corresponsables" de la muerte de civiles. Entre 2020 y 2022, Israel importó ciento cuarenta millones de euros en armamento de España bajo el gobierno del Partido Socialista (PSOE)-Podemos, mientras que Madrid gastó cientos de millones comprando armas con la marca "probadas en combate" de Israel, lo que significa que su uso contra los palestinos las hace parecer más valiosas y fiables para ejércitos como el de España.

Cabe mencionar que la iniciativa de los trabajadores portuarios de Barcelona no es la primera en contra la violencia militar-policial. En 2017, el gobierno del Partido Popular (PP), respaldado por el PSOE, utilizó tres grandes cruceros turísticos para albergar a más de cuatro mil policías para aplastar el referéndum de independencia catalán. Los estibadores de Barcelona y Tarragona respondieron negándose a suministrar servicios a los buques que transportaban a la policía antidisturbios y a la Guardia Civil paramilitar. Los trabajadores de la OEPB acordaron unánimemente esta acción "en defensa de los derechos civiles" y contra lo que llamaron "barcos de represión".

El conflicto entre Palestina e Israel es complejo y de larga data, y las implicaciones de estas acciones de los trabajadores portuarios van más allá de la logística; tocan la fibra de los debates sobre la responsabilidad y la complicidad. Al tomar una postura, estos trabajadores están desafiando la narrativa de que las industrias no tienen otra opción que seguir las órdenes, independientemente de las consecuencias morales o humanitarias.

El tono de estas acciones es uno de urgencia y compromiso. No es sólo una cuestión de política laboral; es una cuestión de humanidad. Los trabajadores de toda Europa están enviando un mensaje claro: no serán partícipes en la maquinaria de guerra. Y este mensaje parece estar resonando en cada vez más sectores de la vida pública.

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