El 11 de septiembre de 2001 el mundo presenció uno de los eventos de mayor efecto en la historia moderna: el ataque por medio de dos aviones que se estrellaron contra el World Trade Center de Nueva York, las llamadas Torres Gemelas, una imagen que se capturó y se replicó incesantemente desde diversas perspectivas aunque con un solo mensaje de terror y miedo, a excepción de la escena capturada por el fotógrafo Thomas Hoepker ese día, la cual ha generado debates y se ha mantenido como una de las más polémicas del 9/11.
La fotografía muestra a un grupo de jóvenes sentados tranquilamente en la ribera de Brooklyn, mientras una densa columna de humo se eleva desde las Torres Gemelas en el fondo. La imagen, que se publicó hasta 2006 en el libro de Hoepker Heartbeat of America, ha sido interpretada de diversas maneras, algunas de las cuales sugieren que los individuos en la foto estaban siendo insensibles ante la magnitud del desastre que estaba ocurriendo ante sus ojos.
Imagen: Thomas Hoepker / Magnum
A más de dos décadas del 9/11, podemos ver cómo este evento se ha convertido en una especie de narrativa fundacional, un mito que reconfiguró no sólo la política estadounidense, sino también la dinámica global. El miedo sembrado ese día justificó desde entonces un estado de vigilancia global permanente, además de que generó un ambiente de permisividad normalizada frente a actos de guerra y agresión, tanto hacia ciudadanos como hacia naciones enteras, siempre y cuando provengan de agentes del poder dominante. El 9/11 instaló como efecto un estado constante de miedo y vigilancia, una tendencia a culpar al "otro", al extranjero, exacerbada por las tecnologías digitales que sirven principalmente como tecnologías de vigilancia y aislamiento al servicio del poder económico.
Sin embargo, más allá de las interpretaciones que se puedan hacer de la fotografía, lo que está claro es que la imagen captura un momento de desconexión, un fragmento de tiempo donde la vida parece continuar a pesar del caos y la destrucción que se está desplegando en el fondo. Es una imagen que, de alguna manera, encapsula la dualidad de la experiencia humana en tiempos de crisis. En una era donde la distracción se ha convertido en una constante, la imagen capturada por Hoepker adquiere una resonancia aún más profunda. La distracción, ese gran mal de nuestra época, nos aleja de la realidad inmediata, fragmenta nuestra atención y nos sumerge en una superficialidad que nos impide conectar profundamente con los eventos y con los otros.
En el contexto del 9/11, un evento que marcó un antes y un después en la historia moderna, la distracción puede verse como una forma de evasión, una manera de no enfrentar la magnitud del horror y la tragedia. La fotografía de Hoepker nos invita a reflexionar sobre cómo la distracción puede moldear nuestra percepción de los eventos significativos y cómo, en momentos de crisis, la humanidad puede oscilar entre la indiferencia y el olvido, entre el desapego y la memoria.