El Wall Street Journal publicó recientemente los resultados de una encuesta que tituló "los estadounidenses se retraen de los valores". La encuesta compara una serie de variables en los últimos veinte años y los resultados sugieren que los valores tradicionales han perdido fuerza de manera significativa. Lo que los filósofos modernos y posmodernos detectaron desde hace tiempo ha llegado a un punto de contundencia estadística.
Sólo el 39% de los estadounidenses encuestados dijeron que la religión es muy importante, mientras que hace veinticinco años, un 62% le daba al mismo elemento una alta significación. El patriotismo ha sido aún más afectado: en 1995, el 70% de los estadounidenses lo consideraba algo muy relevante, mientras que actualmente sólo el 38% de los encuestados lo encuentra valioso.
Quizá más llamativo todavía sea el hecho de que en este momento sólo el 30% de los estadounidenses creen que tener hijos es fundamental, mientras que hace dos décadas y media, el 59% opinaba que era muy importante. Asimismo, la relevancia que los estadounidenses le dan a la vida comunitaria cayó a 27%, pese a que acabamos de salir de una pandemia en la que se resaltaba la importancia de no estar aislados.
El único "valor" que ha crecido en la mente de los estadounidenses es el dinero. En 2023, el 43% creen que es muy importante; en 1998 sólo el 31% lo juzgaban así. Estas cifras se vuelven más pronunciadas en el rango de edad de 18 a 29 años (que comprende en buena medida a la llamada "generación Z"), como se observa en la siguiente gráfica:
Los resultados de la encuesta generan una serie de preguntas, y quizá incluso alarmas. Aunque dejar de tener un sentimiento patriótico para muchos puede ser algo positivo, y para otros quizá también la pérdida de importancia de la religión pueda ser vista como positiva, esto debe leerse a la luz de que hay un progresivo desinterés en tener familias y una vida comunitaria.
Así, el individuo aparece como un ente atomizado, sin una vida social plena, angustiado por el futuro, sin una narrativa que le dé sentido a su vida, tratando de apilar dinero en circunstancias inciertas. Y esta inquietante imagen no parece ser sólo una cifra estadística disociada de la realidad, pues es indudable que Estados Unidos se encuentra en una profunda crisis social y de salud mental. Algo que, entre muchas otras cosas, también exporta al mundo, pues la crisis se debe en parte al estilo de vida y los valores que se promueven desde la sociedad neoliberal estadounidense.